SEGUNDA CARTA A LOS CORINTIOS (RESTAURADA)

 

2 corintios

Introducción

Ocasión y fecha de composición de la carta. Sobre las circunstancias que provocaron esta «segunda» carta tenemos más dudas que certezas. El libro de los Hechos de los Apóstoles, la única fuente de información que existe acerca de las actividades de Pablo –aparte de la correspondencia del mismo Apóstol– no menciona ninguna crisis en Corinto que motivara otra respuesta por escrito. Hay, pues, que reconstruir los acontecimientos con los datos que nos ofrece la misma carta, datos no muy claros, ya que se dan por sabidas cosas que nosotros desconocemos.

He aquí una aproximación a lo que debió ocurrir. La primera carta a los corintios no obtuvo, por lo visto, el efecto deseado. La visita de seguimiento de Timoteo a la comunidad, anunciada en 1 Cor 16,10s, se realizó sin resultados positivos y el colaborador y hombre de confianza de Pablo regresó con malas noticias. El Apóstol, que estaba en Éfeso, se ve en la necesidad de desplazarse brevemente a Corinto. Su presencia en la ciudad, lejos de solucionar el problema, lo empeoró. Es más, Pablo fue insultado grave y públicamente en una asamblea eucarística, como él mismo menciona en 2,5 y 7,12. Debió regresar a Éfeso abatido, y desde allí les escribe «con gran angustia y ansiedad, derramando lágrimas» (2,4). Esta vez es su discípulo Tito el portador de este dramático mensaje. La comunidad reacciona, se arrepiente y se dispone a castigar al ofensor. Tito sale en busca de Pablo con la buena noticia y lo encuentra, por fin, en Filipos a donde, mientras tanto, había tenido que huir desde Éfeso por un motín desencadenado contra él por el sindicato de los plateros, como nos cuenta Lucas en los Hechos (cfr. Hch 19,23-40). Ya tranquilo y en tono conciliador, el Apóstol se dirige de nuevo a la comunidad con la que hoy figura como la «Segunda Carta a los Corintios», escrita hacia finales del 57, año y medio después de la primera.

En cuanto a esa enigmática «carta de lágrimas», no ha llegado hasta nosotros en su integridad, sino sólo en los fragmentos que probablemente un recopilador posterior insertó, sin más, en la «Segunda» que conocemos, y que forman los capítulos 10–13 de la misma. El brusco cambio de tema y de tono y otra serie de detalles avalan esta hipótesis. Es también probable que la «Segunda a los Corintios» contenga además otros fragmentos de otras cartas enviadas en el decurso de la crisis. En resumidas cuentas, estaríamos ante un escrito que podría recopilar hasta cuatro posibles cartas del Apóstol.

 

Tema y contenido de la carta. A pesar de las complicadas circunstancias que la motivaron y de los avatares que sufrió el texto mismo de la carta hasta llegar a la forma en que lo conocemos, gracias al talento y talante de Pablo ha brotado un escrito muy personal e intenso. Casi tanto como el valor de la doctrina pesa la comunicación de la persona, o mejor dicho, su testimonio personal se convierte en doctrina, en tratado vital de la misión apostólica, pues ésta era, en definitiva, la razón de la crisis: el cuestionamiento de su apostolado por parte de algunos miembros influyentes de la comunidad de Corinto.

Si había algo que Pablo no toleraba en absoluto era que se pusiera en duda el mandato misionero recibido del mismo Yahshúa resucitado. Y no por vanidad o prestigio personal, sino porque estaba en juego la «memoria de Yahshúa», la verdad del Evangelio que predicaba. Siempre que se siente atacado en este punto, Pablo no rehúsa la polémica, sino que se defiende con acaloramiento, sin ahorrar contra sus adversarios epítetos e invectivas mordaces que delatan su carácter pasional. Era un hombre que no tenía pelos en la lengua.

 

Retrato de un misionero del Evangelio. Recogiendo todos los datos que nos ofrece esta especie de carta-confesión, surge el retrato fascinante de este servidor de la Palabra de Dios que era Pablo, modelo ya para siempre de todo cristiano comprometido con el Evangelio.

Pablo fue una persona controvertida, siempre en el punto de mira de la polémica y que no dejaba indiferente a nadie. Fue amado incondicionalmente al igual que encarnizadamente perseguido, porque el «anuncio» de la Buena Noticia de que era portador se convertía en denuncia implacable contra toda injusticia, discriminación, comportamiento ético o enseñanza falsa que pisoteara o domesticara la «memoria de Yahshúa». Fue su fe en Yahshúa muerto y resucitado la que le impulsaba a predicar: «creí y por eso hablé» (4,13).

Era un hombre, como él mismo dice, que no traficaba con la Palabra de Dios (2,17). Esto le acarreó quebrantos y sufrimientos de toda clase que él consideraba como parte integrante de su misión, como la prueba máxima de la veracidad del Evangelio que predicaba y que, como tal, no se recataba en  recordárselos a sus oyentes, de palabra y por escrito, cuando era necesario. El relato que hace de ellos en esta carta (4,7-15) es una pequeña obra maestra de dramatismo y expresividad.

Fue la misma Palabra de Dios la que alejó a Pablo de todo fanatismo y arrogancia, haciéndole descubrir su propia fragilidad humana, como la «vasija de barro» que contenía el tesoro, hasta el punto de no dudar en exhibir sus limitaciones y defectos para que se viera que la fuerza superior de la que estaba poseído «procede de Dios y no de nosotros» (4,7).

Es este Pablo en toda su apasionante humanidad, frágil y a la vez fuerte, cargando humildemente con su tribulación por el Evangelio que predica, pero consciente de la carga incalculable de gloria perpetua que produce (4,17s) el que se nos presenta en este escrito/confesión a los Corintios. Él mismo es la enseñanza y el contenido de la carta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Saludo

1

1Pablo, apóstol de El Mesías Yahshúa por voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a la Iglesia de Dios de Corinto y a todos los consagrados de la provincia entera de Acaya: 2Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Yahshúa el Mesías.

Consuelo en la tribulación

3Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Yahshúa el Mesías, Padre compasivo y Dios de todo consuelo, 4que nos consuela en cualquier tribulación, para que nosotros, podamos consolar a los que pasan cualquier tribulación con el mismo consuelo que recibimos de Dios. 5Porque así como son abundantes nuestros sufrimientos por El Mesías, así también por El Mesías abunda nuestro consuelo. 6Si sufrimos tribulaciones, es para consuelo y salvación de ustedes; si recibimos consuelos, es también para consuelo de ustedes,  y esto les da fuerzas para soportar con fortaleza los mismos sufrimientos que nosotros soportamos. 7Nuestra esperanza respecto a ustedes es firme, porque sabemos que si comparten nuestros sufrimientos, también compartirán nuestro consuelo.

8No quiero, hermanos, que desconozcan lo que tuvimos que aguantar en la provincia de Asia: algo que nos abrumó tan por encima de nuestras fuerzas, que no esperábamos salir con vida. 9Nos sentíamos como condenados a muerte; así aprendimos a no confiar en nosotros, sino en Dios que resucita a los muertos. 10Él nos libró de tan grave peligro de muerte y nos seguirá librando. Estoy seguro de que nos librará de nuevo 11si ustedes colaboran rezando por nosotros. Y de esta manera, siendo muchos los que oren por nosotros, serán muchos los que agradezcan los beneficios recibidos.

 

Cambio de planes

12Nuestro orgullo se apoya en el testimonio de nuestra conciencia: ella me asegura que por la gracia de Dios y no por prudencia humana, me he comportado con todo el mundo, y en particular con ustedes, con la sencillez y sinceridad que Dios pide. 13En nuestras cartas no había segundas intenciones, no hay en ellas más de lo que ustedes han leído y entendido. 14Y espero que comprendan plenamente lo que ya han comprendido en parte: que en el día de [nuestro] Señor Yahshúa podrán sentirse orgullosos de nosotros, como nosotros de ustedes. 15Con esa confianza me propuse visitarlos primero a ustedes, para darles una nueva alegría, 16seguir después a Macedonia y desde allí regresar nuevamente a ustedes, para que prepararan mi viaje a Judea. 17Al proponerme esto, ¿actué precipitadamente? ¿Lo decidí por motivos humanos, en vaivén entre el sí y el no? 18Dios me es testigo de que, cuando me dirijo a ustedes, no confundo el sí y el no; 19porque el Hijo de Dios, Yahshúa el Mesías, el que nosotros con Silvano y Timoteo les predicamos, no fue un sí y un no, ya que en él se cumplió el sí; 20en efecto, en él todas las promesas de Dios cumplieron el sí, y así nosotros por él respondemos amén, a gloria de Dios. 21Y es Dios quien nos mantiene, a nosotros y a ustedes, fieles a El Mesías; quien nos ha ungido, 22nos ha sellado y quien ha puesto el Espíritu como garantía en nuestro corazón.

Motivos del cambio de planes

23Juro por mi vida y pongo a Dios por testigo que, si no fui a Corinto, fue por consideración a ustedes. 24Porque no somos dueños de su fe –ya que en la fe se mantienen firmes– sino colaboradores que queremos aumentarles la alegría.

 


 

2

1Decidí por mi cuenta no volver a visitarlos, para no afligirlos. 2Porque si yo los aflijo, ¿cómo puedo esperar que me dé alegría aquel a quien yo he afligido? 3Por eso les escribí, como lo hice, para que al llegar no me afligieran los que tenían que alegrarme, convencido como estaba de que mi alegría era también la de ustedes. 4Les escribí con gran angustia y ansiedad, derramando lágrimas, no para entristecerlos, sino para que conocieran el gran amor que les tengo.

 

Perdón para el ofensor

5Si alguno me ha causado pena, no ha sido solamente a mí, sino en parte –por no exagerar–, a todos ustedes. 6Y a ése es suficiente el castigo que le ha impuesto la mayoría. 7Ahora en cambio hay que perdonarlo y animarlo, no sea que la pena excesiva acabe con él. 8Por eso les ruego reafirmen su amor para con él. 9Al escribirles quería ponerlos a prueba, a ver si eran capaces de obedecer en todo. 10A quien ustedes perdonen yo también le perdono; porque mi perdón, si algo tuve que perdonar, ha sido en atención a ustedes y en presencia de El Mesías, 11para no dar ventaja a Satanás, ya que conocemos bien sus intenciones.

12Cuando llegué a Tróade para anunciar la Buena Noticia de El Mesías, porque el Señor me abría las puertas, 13estuve muy preocupado porque allí no encontré a Tito mi hermano; así que me despedí de ellos y partí para Macedonia.

Prisionero del triunfo de El Mesías

14Doy gracias a Dios que siempre nos hace participar de la victoria de El Mesías y por nuestro medio difunde en todas partes el aroma de su conocimiento. 15Porque nosotros somos el aroma de El Mesías ofrecido a Dios, para los que se salvan y para los que se pierden. 16Para éstos olor de muerte que conduce a la muerte, para aquellos fragancia de vida que lleva a la vida. Pero, ¿quién está capacitado para una misión así? 17Porque nosotros no andamos, como muchos, traficando con la Palabra de Dios, sino que hablamos con sinceridad, como enviados de Dios, en presencia de Dios, y como miembros de El Mesías.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Los corintios, carta de recomendación de Pablo

3

1¿Empezamos otra vez a recomendarnos? ¿Acaso necesitamos cartas de recomendación de ustedes o para ustedes? 2Ustedes son nuestra carta, escrita en nuestro corazón, reconocida y leída por todo el mundo. 3Nadie puede negar que ustedes son una carta de El Mesías, que él redactó por intermedio nuestro, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo, no en tablas de piedra, sino en corazones de carne.

El ministerio de la nueva alianza

(Éx 33,7-11; 34,29-35)

4Esta confianza en Dios la tenemos gracias a El Mesías. 5No es que seamos capaces de atribuirnos algo como nuestro, ya que toda nuestra capacidad viene de Dios. 6Él nos capacitó para administrar una alianza nueva: que no se apoya en la letra, sino en el Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.

7Pero si el ministerio que lleva a la muerte, con sus letras grabadas en piedra, se realizó con gloria, hasta el punto de que los israelitas no podían fijar la mirada en el rostro de Moisés, por el resplandor transitorio de su rostro, 8¿cómo no va a ser más glorioso el ministerio del Espíritu?

9Porque si el ministerio de la condena era glorioso, ¿cuánto más lo será el ministerio que conduce a la justicia? 10Más aún, lo que entonces resplandecía, ya no resplandece, opacado por un esplendor incomparable. 11Si lo transitorio fue glorioso, ¿cuánto más glorioso será lo permanente?

12Animados con esa esperanza nos comportamos con toda franqueza. 13No como Moisés, que se cubría el rostro con un velo, para que los israelitas no vieran el fin de un esplendor pasajero. 14Con todo, se les oscureció su inteligencia y hasta hoy, cuando leen el Antiguo Testamento, aquel velo permanece, y no se descubre, porque sólo con El Mesías desaparece. 15Hasta el día de hoy, cuando leen a Moisés, un velo les cubre la mente. 16Pero: al que se convierte al Señor, se le cae el velo. 17Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor allí está la libertad. 18Y nosotros todos, con el rostro descubierto, reflejamos, como en un espejo, la gloria del Señor, y nos vamos transformando en su imagen con esplendor creciente, bajo la acción del Espíritu del Señor.

 

 

 


Predicación sincera

4

1Por eso, habiendo recibido este ministerio por pura misericordia, no nos acobardamos; 2antes bien renunciamos a callar por vergüenza. No procedemos con astucia, falsificando la Palabra de Dios, sino que, declarando la verdad, nos encomendamos delante de Dios a la conciencia de quien sea. 3Y si nuestra Buena Noticia está oculta, la está solamente para los que se pierden: 4a quienes por su incredulidad el dios de este mundo les ha cegado la mente para que no les amanezca la claridad de la gloriosa Buena Noticia de El Mesías, que es imagen de Dios. 5No nos anunciamos a nosotros, sino a Yahshúa el Mesías como Señor, y nosotros no somos más que servidores de ustedes por amor de Yahshúa.

6El mismo Dios que mandó a la luz brillar en las tinieblas, es el que hizo brillar su luz en nuestros corazones para que en nosotros se irradie la gloria de Dios, como brilla en el rostro de El Mesías.

Confianza en Dios

7Ese tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea bien que ese poder extraordinario procede de Dios y no de nosotros. 8Por todas partes nos aprietan, pero no nos aplastan; andamos con graves preocupaciones, pero no desesperados; 9somos perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no aniquilados; 10siempre y a todas partes, llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la muerte de Yahshúa, para que también en nuestro cuerpo se manifieste la vida de Yahshúa. 11Continuamente nosotros, los que vivimos, estamos expuestos a la muerte por causa de Yahshúa, de modo que también la vida de Yahshúa se manifieste en nuestra carne mortal. 12Así la muerte hace su obra en nosotros, y en ustedes, la vida. 13Pero como poseemos el mismo espíritu de fe conforme a lo que está escrito: creí y por eso hablé, también nosotros creemos y por eso hablamos, 14convencidos de que quien resucitó al Señor Yahshúa, nos resucitará a nosotros con Yahshúa y nos llevará con ustedes a su presencia. 15Todo esto es por ustedes, para que, al multiplicarse la gracia entre muchos, sean también numerosos los que den gracias para gloria de Dios.

Esperanza de la gloria

16Por tanto no nos acobardamos: si nuestro exterior se va deshaciendo, nuestro interior se va renovando día a día. 17A nosotros la angustia presente, que es liviana y pasajera, nos prepara una gloria perpetua que supera toda medida, ya que tenemos la mirada puesta en lo invisible, no en lo visible, 18porque lo visible es pasajero, pero lo que no se ve es para siempre.

 


 

5

1Sabemos que, si esta tienda de campaña, nuestra morada terrenal, es destruida, tenemos una vivienda eterna en el cielo, no construida por manos humanas, sino por Dios. 2Entre tanto suspiramos con el deseo de revestirnos de aquella morada celestial; 3porque una vez revestidos de ella, ya no estaremos desnudos. 4Mientras vivimos en esta tienda de campaña suspiramos afligidos, porque no querríamos desvestirnos, sino revestirnos, de modo que lo mortal fuera absorbido por la vida. 5Y quien nos preparó precisamente para ello es Dios, que nos dio como garantía el Espíritu.

6Por eso tenemos siempre confianza y sabemos que mientras el cuerpo sea nuestra patria, estaremos en el destierro, lejos del Señor. 7Porque ahora no podemos verlo, sino que vivimos sostenidos por la fe. 8Pero tenemos confianza, y preferiríamos salir de este cuerpo para residir junto al Señor. 9En cualquier caso, en la patria o desterrados, nuestro único deseo es serle agradables. 10Todos hemos de comparecer ante el tribunal de El Mesías, para recibir el pago de lo que hicimos, el bien o el mal mientras estábamos en el cuerpo.

El criterio de la fe

11Por eso, conscientes del respeto que le debemos al Señor, procuramos convencer a los hombres. Dios ya nos conoce plenamente y espero que también ustedes nos conozcan de la misma manera. 12Y no intentamos otra vez recomendarnos ante ustedes; deseamos más bien darles ocasión de estar orgullosos de nosotros frente a los que presumen de apariencias y no de lo que hay en el interior. 13Si perdemos la cordura, es por Dios, si nos controlamos, es por ustedes. 14Porque el amor de El Mesías nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos murieron. 15Y murió por todos para que los que viven no vivan para sí, sino para quien por ellos murió y resucitó. 16De modo que nosotros de ahora en adelante no consideramos a nadie con criterios humanos; y si un tiempo consideramos a El Mesías con criterios humanos, ahora ya no lo hacemos.

 

El mensaje de la reconciliación

17Si uno es cristiano, es una criatura nueva. Lo antiguo pasó, ha llegado lo nuevo. 18Y todo es obra de Dios, que nos reconcilió con él por medio de El Mesías y nos encomendó el ministerio de la reconciliación. 19Es decir, Dios estaba, por medio de El Mesías, reconciliando el mundo consigo, sin tener en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos el mensaje de la reconciliación. 20Somos embajadores de El Mesías y es como si Dios hablase por nosotros. Por El Mesías les suplicamos: Déjense reconciliar con Dios. 21A aquel que no conoció el pecado, Dios lo trató por nosotros como un pecador, para que nosotros, por su medio, fuéramos inocentes ante Dios.


El ministerio apostólico

6

1Como colaboradores de Dios los exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios. 2Porque él nos dice en la Escritura:

En el tiempo favorable te escuché,

en el día de la salvación te auxilié.

Miren, éste es el tiempo favorable, éste el día de salvación.

3Procuramos no dar a nadie ocasión alguna para desacreditar nuestro ministerio. 4En todo momento demostramos ser verdaderos ministros de Dios: con mucha paciencia soportamos tribulaciones, penurias, angustias, 5azotes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y ayunos. 6Nosotros obramos con integridad, inteligencia, paciencia y bondad; con docilidad al Espíritu Santo, con amor no fingido, 7en nosotros está la verdad y la fuerza de Dios. Usamos las armas de la justicia a diestra y siniestra. 8En la honra y en la deshonra, sea que gocemos de buena o de mala fama. 9Nos tratan como a mentirosos a pesar de que decimos la verdad, como a desconocidos cuando somos bien conocidos, como moribundos cuando estamos llenos de vida, como castigados pero no ejecutados, 10como tristes aunque estamos siempre alegres, como pobres aunque hemos enriquecido a muchos, como necesitados aunque lo poseemos todo.

11Para ustedes, corintios, mi boca se abre con franqueza, mi corazón está dilatado. 12Dentro de mí están todos ustedes, aunque en su corazón, no hay lugar para nosotros. 13Como a hijos les pido el pago correspondiente: también ustedes abran su corazón.

Templo de Dios

14No se unan ustedes en un mismo yugo con los que no creen. ¿Qué tienen en común justicia e injusticia?, ¿puede la luz convivir con las tinieblas?, 15¿o haber armonía entre El Mesías y Beliar?, ¿qué hay en común entre el creyente y el infiel? 16¿Es compatible el santuario de Dios con los ídolos? Porque nosotros somos santuario del Dios vivo. Como dijo Dios:

Habitaré entre ellos

y me trasladaré con ellos.

Seré su Dios y ellos serán mi pueblo.

17Por tanto, salgan de en medio

y apártense de ellos –dice el Señor–.

No toquen lo impuro, y yo los recibiré.

18Seré para ustedes un Padre

y ustedes serán mis hijos e hijas

–dice el Señor Todopoderoso–.

 


 

7

1Ya que tenemos estas promesas, queridos míos, purifiquémonos de toda impureza de cuerpo y espíritu, haciendo realidad la obra de nuestra santificación y respetando a Dios.

Reacción de los corintios y de Pablo

2Háganme un lugar en su corazón: a nadie hemos perjudicado, a nadie arruinado, a nadie explotado. 3No lo digo como reproche, ya les he dicho que los llevo en el corazón, unidos en la vida y en la muerte. 4Puedo hablarles con plena franqueza y sentir plena satisfacción por ustedes. Estoy lleno de consuelo, y desbordo de gozo en medio de todas las pruebas. 5Ni siquiera al llegar a Macedonia encontré alivio corporal, sino toda clase de adversidades: por fuera ataques, por dentro temores. 6Pero Dios, que conforta a los abatidos, nos confortó con la llegada de Tito. 7No sólo con su llegada, sino también con el consuelo que había recibido de ustedes: él me contó el afecto, el dolor, y la preocupación que ustedes tienen por nosotros; y eso me alegró aún más.

8Si les causé tristeza con mi carta, no lo lamento; sí lo lamenté al comprobar que aquella carta de momento los había entristecido, 9ahora me alegro: no de su tristeza, sino del arrepentimiento que provocó en ustedes. Su tristeza provenía de Dios, de manera que nosotros no les hemos hecho ningún daño. 10La tristeza por voluntad de Dios produce un arrepentimiento saludable e irreversible; la tristeza por razones de este mundo produce la muerte. 11Fíjense bien cuántas cosas ha suscitado en ustedes la tristeza que proviene de Dios: cuánta solicitud, cuántas excusas, cuánta indignación, cuántos respetos, cuánta añoranza, cuánto afán, cuánto escarmiento. Han demostrado plenamente que en este asunto no son culpables. 12Así que, si les escribí, no fue por el ofensor ni por el ofendido, sino para que descubrieran por ustedes mismos y delante de Dios la preocupación que ustedes tienen por nosotros. Lo cual me llenó de consuelo. 13A nuestro consuelo se añadió la alegría inmensa por el gozo de Tito, que había quedado satisfecho de ustedes. 14Y si había presumido de ustedes ante él, no quedé mal; todo lo contrario, de la misma manera que siempre les he dicho la verdad, así nuestro orgullo por ustedes ante Tito resultó justificado. 15Y su cariño por ustedes crece cuando recuerda la obediencia y la meticulosa atención con que lo recibieron. 16¡Cuánto me alegro de poder confiar plenamente en ustedes!


La colecta para Jerusalén

8

1Quiero informarles, hermanos, de la gracia que Dios concedió a las Iglesias de Macedonia. 2En medio de una prueba grave desbordaban de alegría; en su extrema pobreza derrocharon generosidad. 3Hicieron todo lo que podían, lo atestiguo, incluso más de lo que podían. 4Espontáneamente y con insistencia nos pedían el favor de participar en este servicio a los consagrados. 5Superando mis esperanzas, ofrecieron sus personas primero a Dios y después a nosotros, según la voluntad de Dios. 6Así que hemos pedido a Tito que, ya que comenzó, termine entre ustedes esta generosa tarea. 7Y como tienen abundancia de todo, de fe, elocuencia, conocimiento, fervor para todo, afecto a nosotros, tengan también abundancia de esta generosidad. 8No lo digo como una orden, sino que, viendo el entusiasmo de otros, quiero comprobar si el amor de ustedes es genuino.

El ejemplo de El Mesías pobre

9Ya conocen la generosidad de nuestro Señor Yahshúa el Mesías, que siendo rico, se hizo pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza.

10Les doy mi opinión en este asunto: ya que el año pasado tomaron la iniciativa del proyecto y de su ejecución, 11ahora les conviene llevarlo a término. Así al entusiasmo por proyectarlo responderá el realizarlo, según sus posibilidades. 12Porque donde hay entusiasmo, se acepta lo que sea, no se pide imposibles. 13No se trata de que ustedes sufran necesidad para que otros vivan en la abundancia sino de lograr la igualdad. 14Que la abundancia de ustedes remedie por ahora la escasez de ellos, de modo que un día la abundancia de ellos remedie la escasez de ustedes. Así habrá igualdad. 15Como está escrito:

A quien recogía mucho no le sobraba,

a quien recogía poco no le faltaba.

16Doy gracias a Dios, que inspiró a Tito la misma solicitud que yo tengo por ustedes. 17Él, no solamente respondió a mi ruego, sino que de buena gana y con toda diligencia se puso en camino hacia ustedes.

18Enviamos con él al hermano que se ha hecho famoso en todas las Iglesias como predicador de la Buena Noticia. 19Más aún, ha sido designado por las Iglesias como nuestro compañero de viaje en esta colecta que administramos a gloria del Señor y con nuestro mejor deseo. 20Queremos evitar cualquier crítica a nuestra gestión de la abundante colecta que tenemos a nuestro cuidado. 21Por eso procuramos agradar no sólo a Dios, sino también a los hombres.

22Enviamos con ellos otro hermano cuya diligencia hemos comprobado en muchas ocasiones, y mucho más ahora, por su confianza en ustedes.

23Ya se trate de Tito, compañero y colaborador nuestro al servicio de ustedes, ya de nuestros hermanos, delegados de las Iglesias y gloria de El Mesías, 24denles pruebas de su amor y demuestren ante ellos y ante las Iglesias el orgullo que siento por ustedes.


Insistencia en la colecta

9

1Acerca de este servicio a favor de los consagrados no necesito escribirles más 2porque conozco la buena disposición de ustedes y presumo de ella ante los macedonios, diciéndoles que Acaya está preparada desde el año pasado y que el entusiasmo de ustedes ha servido de estímulo a muchos más. 3Les envío a los hermanos para que nuestro orgullo por ustedes no resulte infundado en este asunto. Así que, como les decía, estén preparados. 4Porque si llegan conmigo los macedonios y los encuentran mal preparados, nosotros, por no decir ustedes, quedaremos defraudados en nuestras esperanzas. 5Por eso juzgué necesario rogar a los hermanos que se adelanten y vayan preparando su donativo prometido: así preparado parecerá acto de generosidad y no de extorsión. 6Según aquello: A siembra mezquina cosecha mezquina, a siembra generosa cosecha generosa.

7Cada uno aporte lo que en conciencia se ha propuesto, no de mala gana ni a la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría. 8Y Dios puede colmarlos de dones, de modo que, teniendo siempre lo necesario, les sobre para hacer toda clase de obras buenas. 9Como está escrito:

reparte limosna a los pobres,

su limosna es constante, sin falta.

10Dios que provee la semilla al sembrador y el pan para comer, proveerá y multiplicará la semilla de ustedes y les hará crecer la cosecha de su limosna. 11Así enriquecidos, la generosidad de ustedes se transformará por nuestro medio en acción de gracias a Dios.

12Porque este acto de servicio no sólo remedia las necesidades de los consagrados, sino que moverá a muchos a dar gracias a Dios.

13Apreciando este servicio, ellos darán gloria a Dios por la obediencia con que ustedes confiesan la Buena Noticia de El Mesías y por la solidaridad generosa para con ellos y con todos. 14Y rezarán por ustedes con todo su afecto, al ver la gracia extraordinaria que Dios les ha concedido.

15Demos gracias a Dios por su don inefable.

 


Defensa polémica de Pablo

10

1Por la bondad y mansedumbre de El Mesías les ruego yo, Pablo, el tímido cuando estoy cerca y el audaz cuando estoy lejos de ustedes. 2Les pido que cuando llegue no me vea obligado a actuar con severidad, porque me siento seguro para hacerlo, con aquellos que me acusan de proceder con criterios humanos. 3Aunque procedo como hombre que soy, no estoy bajo las órdenes del instinto; 4porque las armas de mi combate no son humanas, sino son el poder de Dios para demoler fortalezas, destruir teorías 5y todo tipo de soberbia que se levante contra el reconocimiento de Dios. Hacemos prisionero a todo razonamiento, sometiéndolo a El Mesías, 6y estamos dispuestos a castigar cualquier rebeldía, una vez que ustedes lleguen a obedecer perfectamente.

7Ustedes se fijan solamente en las apariencias. Quien esté convencido de ser cristiano debe caer en la cuenta de que cristianos también lo somos nosotros. 8Y aunque me gloriara más de la cuenta de la autoridad que me confirió el Señor sobre ustedes, para construir y no para destruir, no sentiría vergüenza.

9No quiero dar la impresión de que pretendo atemorizarlos con mis cartas. 10Algunos dicen: las cartas sí, son graves y enérgicas, pero cuando está es un hombre de presencia insignificante y su palabra es despreciable. 11Sepa quien tal cosa dice que lo que soy a distancia y de palabra, lo seré de cerca y de obra.

 

El poder del apóstol

12No nos atrevemos a igualarnos ni a compararnos con algunos que se elogian a sí mismos. Ellos en cambio, al tomarse como medida de sí mismos, demuestran que proceden neciamente.

13Nosotros no alardeamos más allá de lo debido, sino que aceptando la medida del sector que Dios nos ha asignado, llegamos hasta ustedes.

14No nos extralimitamos como si nuestra competencia no alcanzara hasta ustedes, ya que fuimos nosotros los primeros en llegar para anunciarles la Buena Noticia de El Mesías.

15No nos excedemos alardeando de trabajos ajenos pero esperamos que, al aumentar entre ustedes los creyentes, podamos ampliar mucho nuestro campo de acción 16y aun predicar la Buena Noticia más allá, aunque sin alardear de campos ajenos ya cultivados.

17Quien se gloría que se gloríe del Señor, 18ya que no queda aprobado el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien recomienda el Señor.

 


Finge ser necio polemizando

11

1Ojalá aguantaran ustedes un poco de locura de mi parte. Sé que me aguantarán. 2Tengo celos de ustedes, celos de Dios: porque los he prometido a un solo marido, El Mesías, para presentarlos a él como virgen intacta.

3Me temo que, así como la serpiente sedujo a Eva con astucia, también ustedes se dejen corromper abandonando la sinceridad y fidelidad a El Mesías. 4Porque si se presentara alguien anunciando un Yahshúa que yo no anuncié, o recibieran un espíritu diverso del que han recibido, o una Buena Noticia diversa de la que han aceptado, ciertamente lo tolerarían.

5Pienso no ser inferior en nada a esos superapóstoles. 6Aunque no tengo preparación para hablar, no me falta el conocimiento, y esto lo he demostrado siempre y en todo.

7¿Hice mal en humillarme para elevarlos a ustedes, predicando gratuitamente la Buena Noticia de Dios? 8He despojado otras Iglesias aceptando su ayuda para servirlos a ustedes.

9Mientras viví con ustedes, aunque pasé apuros, no fui carga para nadie ya que los hermanos venidos de Macedonia me socorrieron en mis necesidades. Siempre me mantuve y me mantendré sin ser una carga para nadie. 10Por El Mesías les aseguro que nadie en Acaya me privará de este honor. 11¿Será acaso porque no los amo? Dios sabe cuánto. 12Y lo que hago lo seguiré haciendo para quitar de raíz todo apoyo a los que buscan un pretexto para presumir de ser como yo. 13Esos tales son falsos apóstoles, obreros fingidos, disfrazados de apóstoles de El Mesías. 14Su táctica no debe sorprendernos: si el mismo Satanás se disfraza de ángel de la luz, 15no es de extrañar que sus ministros se disfracen de agentes de la justicia. Pero su final responderá a sus obras.

Alardes de un necio fingido

(Hch 13–28)

16Lo repito: que nadie me tome por insensato; y si me toman por tal, sopórtenme para que también yo pueda gloriarme un poco. 17Lo que voy a decir, no me lo dicta el Señor, sino la necedad. 18Ya que muchos se glorían de méritos humanos, yo también me gloriaré. 19Porque ustedes, tan sensatos, soportan de buena gana a los insensatos. 20Soportan que uno los esclavice, los explote, les robe, los desprecie, los abofetee.

21Confieso avergonzado que fui blando con ustedes. Pues bien, de lo mismo que otros se glorían –lo digo como necio– yo también me gloriaré.

22¿Que son hebreos? Yo también. ¿Que son israelitas? Yo también. ¿Que son descendientes de Abrahán? Yo también. 23¿Que son ministros de El Mesías? –hablo como demente–, yo lo soy más que ellos.

Les gano en fatigas, les gano en prisiones, aún más en golpes, con frecuencia estuve al borde de la muerte. 24Cinco veces fui azotado por los judíos con los treinta y nueve golpes, 25tres veces me azotaron con varas, una vez me apedrearon; tres veces naufragué y pasé un día y una noche en alta mar.

26Cuántos viajes, con peligros de ríos, peligros de asaltantes, peligros de parte de mis compatriotas, peligros de parte de los extranjeros, peligros en ciudades, peligros en descampado, peligros en el mar, peligros por falsos hermanos. 27Con fatiga y angustia, sin dormir muchas noches, con hambre y con sed, en frecuentes ayunos, con frío y sin ropa.

28Y además de éstas y otras cosas, pesa sobre mí la carga cotidiana, la preocupación por todas las Iglesias.

29¿Alguien enferma sin que yo enferme? ¿Alguien cae sin que a mí me dé fiebre? 30Si hay que gloriarse, me gloriaré de mi debilidad.

31El Dios Padre del Señor Yahshúa –sea bendito por siempre– sabe que no miento.

32En Damasco el gobernador del rey Aretas custodiaba la ciudad para prenderme. 33Por una ventana y en una canasta me descolgaron muralla abajo y así escapé de sus manos.

 


Revelaciones y flaquezas

12

1¿Hay que seguir alabándose?, aunque de poco sirva, paso a las visiones y revelaciones del Señor.

2Sé de un cristiano que hace catorce años –no sé si con el cuerpo o sin el cuerpo, Dios lo sabe– fue arrebatado hasta el tercer cielo; 3y sé que ese individuo –con el cuerpo o sin el cuerpo, Dios lo sabe– 4fue arrebatado al paraíso y escuchó palabras inefables, que ningún hombre puede pronunciar. 5De eso podría gloriarme, pero en cuanto a mí, sólo me gloriaré de mis debilidades. 6Aunque, si quisiera gloriarme, no sería necio, diría la verdad. Pero me abstengo para que, en vista de tan extraordinarias revelaciones, no vaya alguien a formarse de mí una idea superior a lo que ve en mí o escucha de mí.

7Ahora bien, para que no me envanezca, me han clavado en las carnes una espina, verdadero delegado de Satanás que me abofetea. 8A causa de ello rogué tres veces al Señor que lo apartara de mí. 9Y me contestó: ¡te basta mi gracia!; la fuerza se realiza en la debilidad. Así que muy a gusto me gloriaré de mis debilidades, para que se aloje en mí el poder de El Mesías. 10Por eso estoy contento con las debilidades, insolencias, necesidades, persecuciones y angustias por El Mesías. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

El ministerio en Corinto

11Me he portado como necio: ustedes me han obligado. A ustedes tocaba valorarme. Porque aunque soy nada, en nada soy inferior a los superapóstoles. 12La marca del verdadero apóstol se vio en mi trabajo entre ustedes: paciencia a toda prueba, signos, prodigios y milagros.

13¿En qué fueron menos que otras Iglesias salvo en que yo no me convertí en una carga para ustedes? Perdónenme esa ofensa.

14Miren, por tercera vez pienso ir a visitarlos; y no seré una carga, ya que no busco sus bienes, sino a ustedes.

No les toca a los hijos ahorrar para los padres, sino a los padres para los hijos. 15Con sumo gusto gastaré y me gastaré por ustedes.

Y si yo los quiero tanto, ¿no seré querido en la misma medida?

16—Concedido, dirán que yo no he sido una carga para nadie, pero como soy astuto, los he cazado en una trampa.

17¿Acaso los he explotado por medio de alguno de mis enviados? 18A Tito le rogué que fuera, y con él envié al hermano: ¿los explotó Tito? ¿No nos guía el mismo Espíritu? ¿No pisamos las mismas huellas?

19¿Piensan que vuelvo a justificarme ante ustedes? Hablamos en presencia de Dios y como cristianos: todo, queridos míos, lo hice para construir su comunidad. 20Pero temo que al llegar no los encuentre como deseo ni ustedes a mí como quisieran.

Temo encontrar rivalidades, envidias, pasiones, ambiciones, calumnias, murmuraciones, soberbia, desórdenes.

21Temo que al llegar me vuelva a humillar Dios ante ustedes y tenga que guardar luto por tantos que persisten en sus pecados, sin arrepentirse de la impureza, fornicación y desenfreno en que viven.


Últimas exhortaciones

13

1Es la tercera vez que voy a visitarlos, y toda causa debe decidirse por el testimonio de dos o tres testigos. 2A cuantos siguen en sus pecados y a todos los demás se lo dije ya en mi segunda visita y se lo aviso ahora aún ausente: que cuando vuelva no tendré consideraciones; 3ésta será la prueba de que por mí habla El Mesías, que para ustedes no es débil, sino poderoso. 4Porque, aunque por su debilidad fue crucificado, por el poder de Dios está vivo. Lo mismo nosotros, si compartimos su debilidad, compartiremos frente a ustedes su vida por el poder de Dios.

5Examínense para comprobar si se mantienen en la fe. ¿No logran descubrir a Yahshúa el Mesías en ustedes? Señal de que no han superado la prueba. 6Pero espero que reconozcan que yo sí la he superado.

7Pido a Dios que no hagan nada malo: no para quedar bien nosotros, sino para que ustedes obren el bien, aunque yo quede descalificado.

8Nada podemos contra la verdad, sí a favor de la verdad.

9Nos alegramos de ser débiles, con tal de que ustedes sean fuertes. Es lo que pedimos, que lleguen a ser perfectos. 10Con este fin les escribo en mi ausencia, para que, cuando esté presente, no tenga que usar con severidad el poder que el Señor me ha concedido para edificar y no para destruir.

Saludos finales

11Por lo demás, hermanos, estén alegres, alcancen la perfección, anímense, vivan en armonía y en paz; y el Dios del amor y la paz estará con ustedes. 12Salúdense mutuamente con el beso santo. Los saludan todos los consagrados. 13La gracia del Señor Yahshúa el Mesías, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté con todos ustedes.

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