PRIMER CARTA A LOS CORINTIOS (RESTAURADA)

 

1 Corintios

Introducción

Corinto. Capital de la provincia romana de Acaya desde el año 27 a.C. Era por su posición geográfica estratégica, sus dos puertos de mar y sus edificios suntuosos una ciudad cosmopolita, la tercera más grande del imperio con una población de casi medio millón de habitantes, entre los que se encontraban gran número de esclavos y una importante minoría de judíos. A la prosperidad económica se unía la vida licenciosa: su templo principal estaba dedicado a Afrodita, la diosa del amor, y en él se practicaba la prostitución sagrada (a ello alude 6,15-20), haciendo de Corinto la ciudad del placer. Era también confluencia de religiones y cultos dispares acarreados por pobladores heterogéneos y por predicadores itinerantes. En la ciudad se celebraban periódicamente importantes acontecimientos deportivos llamados «Juegos Ístmicos».

 

La comunidad cristiana de Corinto. A Corinto llegó Pablo, después de su aparente fracaso en Atenas (Hch 17s), para entrar inerme, solo con su evangelio, en aquel hervidero humano de culturas. Un predicador más de otro culto oriental aún más extraño. Lo acogieron Áquila y Priscila, un matrimonio de judíos convertidos al cristianismo, desterrados de Roma por el edicto del emperador Claudio (año 49). Allí se quedó el Apóstol año y medio. Rechazado por los judíos, reclutó conversos sobre todo entre los plebeyos y esclavos de la ciudad y los cuidó para formar con ellos una comunidad cristiana. El mensaje de Pablo era para ellos la «Buena Noticia» que les devolvía dignidad humana y les infundía esperanza.

A juzgar por los documentos, a ninguna comunidad dedicó Pablo tanta atención y tantos desvelos. En cierto sentido, Corinto fue la comunidad paulina por excelencia. Evangelizar en Corinto era anunciar la «Buena Nueva» a todas las naciones, congregadas y revueltas; era experimentar el encuentro o choque entre cristianismo y paganismo; era seguir de cerca, con ansiedad y celo apostólico, el rápido y azaroso crecimiento de una comunidad de neófitos, plantas tiernas expuestas al paganismo envolvente con sus doctrinas y costumbres decadentes y que, aunque bautizados, aún no se habían desprendido del lastre de un pasado pagano reciente.

 

Ocasión, lugar y fecha de composición de la carta. La ocasión de la carta la conocemos por la carta misma. Pablo se encontraba en Éfeso (año 54-57) evangelizando la gran capital marina de Asia, cuando le llegaron malas noticias de Corinto. Les escribió una primera carta, hoy perdida (5,9); se sumaron otras noticias alarmantes de divisiones internas y de escándalos en la comunidad. A las noticias acompañaban consultas sobre puntos de doctrina y comportamientos a seguir. Pablo contestó a todas estas inquietudes de la comunidad con la que hoy llamamos Primera Carta a los Corintios.

 

Carácter y contenido de la carta. Aunque la carta pretende ser una respuesta a la variedad de problemas y cuestiones planteadas, Pablo, atacando abusos y respondiendo a dudas, nos va dejando las líneas maestras del Evangelio que predica, rescatando la auténtica y completa «memoria de Yahshúa» para una comunidad que estaba olvidando una parte esencial de la misma, quizás a consecuencia de la euforia propia de recién convertidos: la cruz de El Mesías, que es la otra cara inseparable de su resurrección gloriosa. Y así, con la fuerza y sabiduría de Dios manifestada en un Mesías crucificado, el apóstol amonesta, corrige y anima a su comunidad favorita a dar un testimonio diario de unión, de solidaridad con los más pobres y necesitados, con los débiles y menos favorecidos, y el ejemplo de una vida moral intachable en medio de aquella sociedad corrompida.

Esta vida de compromiso cristiano sólo es posible desde la abnegación y el sacrificio gozosos, propios del creyente que sabe y acepta su condición de peregrino que debe cargar con la cruz de El Mesías mientras se encamina a participar de su resurrección. Si hay que buscarle un tema unificador a la carta, la cruz de El Mesías sería este tema.

Sin pretender, sin alardear, Pablo compone un texto de calidad literaria excepcional que nos desvela la extraordinaria riqueza humana de un hombre que se sabe mostrar sereno y conciliador, pero también mordaz, irónico, escandalizado, herido, para terminar siendo afectuoso y tierno con la comunidad que más quería.

 

Actualidad de la carta. Pocas comunidades cristianas del tiempo de Pablo las conocemos tan bien como la comunidad de Corinto: sus problemas de convivencia entre ricos y pobres, los fallos graves y públicos de algunos de sus miembros, la tentación constante de dejarse arrastrar por las costumbres de una sociedad decadente y bastante corrompida, es decir, toda aquella fragilidad humana en la que podemos ver reflejada nuestra fragilidad. Pero ésta era solo una cara de la realidad, la otra muestra a una comunidad entusiasta y comprometida en la que tanto los hombres como las mujeres son conscientes de los carismas y dones recibidos que ponen al servicio de los demás, aunque a veces de manera tumultuosa y desordenada. Conocemos sus asambleas eucarísticas y la preocupación de los dirigentes (de ahí el informe que le llega a Pablo) cuando la celebración del la «Cena del Señor» se divorcia del compromiso de servicio y solidaridad con los más pobres. Es decir, una comunidad viva que sirve de ejemplo y cuestiona la pasividad y apatía de muchos de nuestros cristianos y cristianas de hoy.

El contexto social en que viven los corintios es casi el reflejo exacto del contexto de gran parte de nuestras comunidades: los suburbios pobres de las grandes ciudades, el desarraigo de emigrantes en busca de trabajo, la convivencia con personas de culturas y creencias diferentes, la seducción casi irresistible que ejerce un medio ambiente con valores anticristianos como el poder, la indiferencia y el sexo, lo duro que es luchar contra corriente. Por eso, los consejos, amonestaciones y la palabra evangélica de Pablo resuenan hoy en nuestros oídos con la misma actualidad, urgencia y, sobre todo, con el mismo poder transformador del Espíritu que hace dos mil años.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Saludo y acción de gracias

1

1Pablo, llamado por voluntad de Dios a ser apóstol de El Mesías Yahshúa, y el hermano Sóstenes, 2a la Iglesia de Dios de Corinto, a los consagrados a El Mesías Yahshúa con una vocación santa, y a todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de Yahshúa el Mesías, Señor de ellos y nuestro: 3Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Yahshúa el Mesías.

4Siempre doy gracias a mi Dios por ustedes, por la gracia que Dios les ha dado en El Mesías Yahshúa. 5En efecto, por él han recibido todas las riquezas, las de la palabra y las del conocimiento. 6El testimonio sobre El Mesías se ha confirmado en ustedes, 7por eso mientras aguardan la manifestación de nuestro Señor Jesu[el Mesías], no les falta ningún don espiritual. 8Él los mantendrá firmes hasta el final para que en el día de nuestro Señor Yahshúa el Mesías sean irreprochables. 9Porque Dios es fiel y Él los llamó a la comunión con su Hijo, Yahshúa el Mesías Señor nuestro.

Discordias en Corinto

10Hermanos, en nombre de nuestro Señor Yahshúa el Mesías les ruego que se pongan de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes, sino que vivan en perfecta armonía de pensamiento y opinión. 11Porque me he enterado, hermanos míos, por la familia de Cloe, que existen discordias entre ustedes. 12Me refiero a lo que anda diciendo cada uno: yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo de El Mesías. 13¿Está dividido El Mesías? ¿Ha sido crucificado Pablo por ustedes o han sido bautizados invocando el nombre de Pablo?

14Gracias a Dios no bauticé más que a Crispo y Cayo; 15así que nadie diga que fue bautizado invocando mi nombre. 16Bueno, bauticé también a la familia de Esteban; pero, que yo sepa, no bauticé a nadie más. 17Porque El Mesías no me envió a bautizar, sino a anunciar la Buena Noticia, sin elocuencia alguna, para que no pierda su eficacia la cruz de El Mesías.

 

El mensaje de la cruz

18Porque el mensaje de la cruz es locura para los que se pierden; pero para los que nos salvaremos es fuerza de Dios. 19Como está escrito:

Acabaré

con la sabiduría de los sabios

y confundiré

la inteligencia de los inteligentes.

20¿Dónde hay un sabio, dónde un letrado, dónde un investigador de este mundo? ¿Acaso no ha demostrado Dios que la sabiduría del mundo es una locura? 21Como el mundo con su sabiduría no reconoció a Dios en las obras que manifiestan su sabiduría, dispuso Dios salvar a los creyentes por la locura de la cruz. 22Porque los judíos piden milagros, los griegos buscan sabiduría, 23mientras que nosotros anunciamos un El Mesías crucificado, escándalo para los judíos, locura para los paganos; 24pero para los llamados, tanto judíos como griegos, un El Mesías que es fuerza y sabiduría de Dios. 25Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres y la debilidad de Dios más fuerte que la fortaleza de los hombres.

26Miren, hermanos, quiénes han sido llamados: entre ustedes no hay muchos sabios humanamente hablando, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27por el contrario, Dios ha elegido los locos del mundo para humillar a los sabios, Dios ha elegido a los débiles del mundo para humillar a los fuertes, 28Dios ha elegido a gente sin importancia, a los despreciados del mundo y a los que no valen nada, para anular a los que valen algo. 29Y así nadie podrá gloriarse frente a Dios.

30Gracias a Él ustedes son de El Mesías Yahshúa, que se ha convertido para ustedes en sabiduría de Dios y justicia, en consagración y redención.

31Así se cumple lo escrito:

El que se gloría

que se gloríe en el Señor.


Sabiduría superior

2

1Cuando llegué a ustedes, hermanos, para anunciarles el misterio de Dios no me presenté con gran elocuencia y sabiduría; 2al contrario decidí no saber de otra cosa que de Yahshúa el Mesías, y éste crucificado. 3Débil y temblando de miedo me presenté ante ustedes; 4mi mensaje y mi proclamación no se apoyaban en [palabras] sabias y persuasivas, sino en la demostración del poder del Espíritu, 5para que la fe de ustedes no se fundase en la sabiduría humana, sino en el poder divino.

6A los maduros en la fe les proponemos una sabiduría: no sabiduría de este mundo o de los jefes de este mundo, que van siendo derribados. 7Proponemos la sabiduría de Dios, misteriosa y secreta, la que Él preparó desde antiguo para nuestra gloria. 8Ningún príncipe de este mundo la conoció: porque de haberla conocido, no habrían crucificado al Señor de la gloria. 9Pero, como está escrito: Ningún ojo vio, ni oído oyó, ni mente humana concibió, lo que Dios preparó para quienes lo aman.

Revelada por el Espíritu

10A nosotros nos lo ha revelado Dios por medio del Espíritu; porque el Espíritu lo escudriña todo, incluso las profundidades de Dios.

11¿Quién puede conocer lo más íntimo del hombre sino el espíritu humano dentro de él? Del mismo modo nadie conoce lo propio de Dios si no es el Espíritu de Dios. 12Ahora bien, nosotros hemos recibido no el espíritu del mundo, sino el Espíritu de Dios, que nos hace comprender los dones que Dios nos ha dado.

13Exponemos esto no con palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino enseñadas por el Espíritu, explicando las cosas espirituales en términos espirituales. 14El hombre puramente natural no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, porque le parece una locura; y tampoco puede entenderlo, porque para eso se necesita un criterio espiritual. 15En cambio el hombre espiritual puede juzgarlo todo y a él nadie lo puede juzgar. 16Porque, ¿quién conoce la mente del Señor para darle lecciones? Pero nosotros poseemos el pensamiento de El Mesías.

 


Inmadurez de los corintios

3

1Yo, hermanos, no pude hablarles como a hombres espirituales, sino como a hombres simples, como a niños en la vida cristiana. 2Les di de beber leche y no alimento sólido, porque aún no podían tolerarlo; como tampoco ahora, 3dado que aún los guía el instinto.

Si entre ustedes hay envidias y discordias, ¿no indican que todavía se dejan guiar por el instinto y por criterios humanos en su conducta? 4Cuando uno dice: yo soy de Pablo, y otro: yo soy de Apolo, ¿acaso no se comportan como cualquier hombre? 5¿Quién es Apolo?, ¿quién es Pablo? Ministros de la fe, cada uno según el don de Dios.

6Yo planté, Apolo regó, pero era Dios quien hacía crecer. 7De manera que ni el que planta ni el que riega son nada, sino Dios que hace crecer. 8El que planta y el que riega trabajan en lo mismo; cada uno recibirá su salario según su trabajo. 9Nosotros somos colaboradores de Dios, y ustedes son el campo de Dios, el edificio de Dios.

10Según el don que Dios me ha dado, como arquitecto experto puse el cimiento; otro sigue construyendo. Que cada uno se fije en cómo construye. 11Nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, que es Yahshúa el Mesías. 12Sobre ese cimiento uno coloca oro, otro plata, piedras preciosas, madera, hierba, paja. 13La obra de cada uno se verá claramente en el día del juicio porque ese día vendrá con fuego, y el fuego probará la calidad de la obra de cada uno.

14Si la obra que construyó resiste, recibirá su salario. 15Si la obra se quema, será castigado, aunque se salvará como quien escapa del fuego.

16¿No saben que son santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? 17Si alguien destruye el santuario de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el santuario de Dios, que son ustedes, es sagrado.

18Que nadie se engañe: si uno se considera sabio en las cosas de este mundo, vuélvase loco para llegar a sabio; 19porque la sabiduría de este mundo es locura para Dios, como está escrito: Él sorprende a los sabios con su misma astucia, 20y también: El Señor conoce los razonamientos de los sabios y sabe que son vanos.

21En consecuencia que nadie se gloríe de los hombres. Todo es de ustedes: 22Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida y la muerte, el presente y el futuro. Todo es de ustedes, 23ustedes son de El Mesías, El Mesías es de Dios.

 

 


Ministros de El Mesías

4

1Que la gente nos considere como servidores de El Mesías y administradores de los secretos de Dios.

2Ahora bien, a un administrador se le exige que sea fiel. 3A mí poco me importa ser juzgado por ustedes o por un tribunal humano; ni yo mismo me juzgo. 4Mi conciencia nada me reprocha, pero no por ello me siento sin culpa; quien me juzga es el Señor. 5Por tanto, no juzguen antes de tiempo; esperen la llegada del Señor, él iluminará lo que está oculto en las tinieblas y pondrá al descubierto las intenciones del corazón. Entonces cada uno recibirá su calificación de Dios.

6Hermanos, les puse mi ejemplo y el de Apolo, para que aprendan de nosotros aquel dicho: no salirse de lo escrito, y así nadie tome partido orgullosamente a favor de uno y en contra de otro.

7¿Quién te declara superior? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?

8¡Ahora están satisfechos!, ¡ya se han enriquecido! ¡Sin nosotros son reyes! Ojalá ya reinaran, para reinar nosotros con ustedes. 9Pero pienso que a nosotros los apóstoles Dios nos ha puesto en el último lugar, como condenados a muerte, y hemos llegado a ser un espectáculo para el mundo, para los ángeles y los hombres.

10Nosotros por El Mesías somos locos, ustedes por El Mesías prudentes; nosotros débiles, ustedes fuertes; ustedes estimados, nosotros despreciados. 11Hasta el momento presente pasamos hambre y sed, vamos medio desnudos, nos tratan a golpes, no tenemos domicilio fijo, 12nos fatigamos trabajando con nuestras manos. Somos insultados y bendecimos, somos perseguidos y resistimos, 13somos calumniados y consolamos a los demás. Somos la basura del mundo, el desecho de todos hasta ahora.

14No les escribo esto para avergonzarlos, sino quiero corregirlos como a hijos queridos. 15Porque aunque como cristianos tengan diez mil instructores, no tienen muchos padres. Yo los engendré para El Mesías cuando les anuncié la Buena Noticia. 16Por lo tanto les ruego que sigan mi ejemplo.

17Por esta razón les envié a Timoteo, hijo mío querido y fiel al Señor; para que les recuerde mis principios cristianos, tal como los enseño por toda la Iglesia. 18Algunos, pensando que no iría a verlos, se han hinchado de orgullo; 19pero los visitaré pronto, si Dios quiere, y entonces mediré, no las palabras de los orgullosos, sino sus acciones. 20Porque el reino de Dios no es de palabras, sino de obras. 21¿Qué eligen?, ¿que vaya con la vara o con amor y mansedumbre?

 


El incestuoso

(Dt 27,20; Lv 18,8; 20,11)

5

1Hemos oído decir que entre ustedes hay un caso de inmoralidad que no se da ni entre los paganos: uno convive con la mujer de su padre.

2Y mientras tanto ustedes se sienten orgullosos, en vez de estar de duelo, para que el que cometió esa acción sea expulsado de la comunidad.

3Yo, por mi parte, aunque estoy ausente corporalmente, pero presente en espíritu, ya tengo sentenciado, como si estuviera presente, al que comete tal delito: 4reunidos en nombre de nuestro Señor Yahshúa ustedes con mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Yahshúa, 5entreguen a ese individuo a Satanás para mortificar su sensualidad, de modo que el espíritu se salve el día del Señor Yahshúa.

6El orgullo de ustedes no es razonable. ¿No saben que con un poco de levadura fermenta toda la masa? 7Despójense de la levadura vieja para ser una masa nueva, porque ustedes mismos son los panes sin levadura, ya que nuestra víctima pascual, El Mesías, ha sido inmolado. 8Por consiguiente, celebremos la Pascua no con vieja levadura, levadura de maldad y perversidad, sino con los panes sin levadura de la sinceridad y la verdad.

9Ya les escribí en mi otra carta que no se juntaran con gente inmoral.

10No me refería en general a gente inmoral de este mundo, a los avaros, explotadores e idólatras. De ser así, ustedes tendrían que haber salido del mundo.

11Concretamente les escribí que no se juntaran con aquellos que haciéndose llamar hermanos son inmorales, avaros, explotadores, idólatras, difamadores o borrachos. Con ellos, ¡ni coman!

12Acaso, ¿me toca a mí juzgar a los de fuera? Juzguen ustedes a los que están dentro. 13A los de fuera los juzgará Dios. Expulsen al malvado de entre ustedes.

 

 


Pleitos entre cristianos

6

1Cuando uno de ustedes tiene un pleito con otro, ¿cómo se atreve a pedir justicia ante los tribunales paganos en lugar de someterse al juicio de los consagrados? 2¿No saben que los consagrados juzgarán al mundo? Y si ustedes van a juzgar al mundo, ¿no les parece que son competentes en asuntos de poca importancia? 3¿No saben que juzgaremos a los ángeles? Cuánto más, entonces podemos juzgar asuntos de la vida ordinaria.

4Si tienen litigios ordinarios, ¿cómo nombran jueces gente que nada significa para la Iglesia? 5Lo digo para que se avergüencen. ¿O sea que entre ustedes no hay ningún experto que pueda hacer de árbitro entre hermanos?

6Al contrario, un hermano pleitea con otro y lo hace en tribunales de no creyentes. 7Ya es bastante desgracia que tengan pleitos entre ustedes.

¿Acaso no sería mejor sufrir la injusticia? ¿O dejarse robar? 8Pero no, ustedes mismos son los que perjudican y roban a sus hermanos.

9¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No sigan engañándose: ni inmorales ni idólatras ni adúlteros ni afeminados ni homosexuales 10ni ladrones ni avaros ni borrachos ni calumniadores ni explotadores heredarán el reino de Dios.

11Algunos de ustedes fueron de ésos; pero han sido purificados y consagrados y absueltos por la invocación del Señor Yahshúa el Mesías y por el Espíritu de nuestro Dios.

Libertad cristiana y fornicación

12—Todo me está permitido, dicen. Pero no todo conviene. Todo me está permitido, pero no me dejaré someter por nada. 13Los alimentos para el vientre y el vientre para los alimentos, dicen, y Dios acabará con ambos. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. 14Y Dios, que resucitó al Señor, los resucitará también a ustedes con su poder.

15¿No saben que sus cuerpos son miembros de El Mesías? Y, ¿voy a tomar los miembros de El Mesías para hacerlos miembros de una prostituta? ¡De ningún modo! 16O ¿no saben que quien se une a una prostituta se hace un cuerpo con ella? Porque dice la Escritura que formarán los dos una sola carne. 17Pero el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con él. 18Apártense de la fornicación. Cualquier pecado que el hombre comete queda fuera del cuerpo, pero el que fornica peca contra su cuerpo.

19¿No saben que su cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que han recibido de Dios y habita en ustedes? De modo que no se pertenecen a sí mismos, 20sino que han sido comprados a un gran precio, por tanto glorifiquen a Dios con sus cuerpos.


Matrimonio y celibato

7

1En cuanto a las preguntas que me hicieron en su carta contesto: es mejor que el hombre no tenga relaciones con la mujer, 2sin embargo, para evitar la inmoralidad, cada hombre tenga su mujer y cada mujer su marido. 3Cumpla el marido su deber con la mujer y lo mismo la mujer con el marido. 4La mujer no es dueña de su cuerpo, sino el marido; lo mismo el marido no es dueño de su cuerpo, sino la mujer.

5No se nieguen el uno al otro, si no es de común acuerdo y por un tiempo, para dedicarse a la oración. Después únanse de nuevo no sea que Satanás los tiente aprovechándose de que no pueden contenerse.

6Esto lo digo como una concesión, no como obligación, 7porque desearía que todos fueran como yo; sólo que cada uno recibe de Dios un don particular, a unos éste, a otros aquél.

8A los solteros y a las viudas les digo que es mejor que se queden como yo; 9pero si no pueden contenerse, que se casen: más vale casarse que vivir consumido en malos deseos.

10A los casados les ordeno, no yo, sino el Señor, que la mujer no se separe del marido; 11pero si se separa, que no se case con otro o se reconcilie con el marido, y que el marido no se divorcie de su mujer.

12A los demás les digo yo, no el Señor: si un hermano tiene una mujer no cristiana y ella consiente en vivir con él, no debe divorciarse de ella; 13si una mujer tiene un marido no cristiano y éste consiente en vivir con ella, no debe divorciarse de él. 14Pues el marido no cristiano queda consagrado por la mujer y la mujer no cristiana queda consagrada por el marido; de lo contrario los hijos de ustedes serían impuros mientras que ahora están consagrados.

15Ahora bien, si el esposo o la esposa no cristianos quieren separarse, que se separen: en tal caso, ni el hermano ni la hermana permanecen vinculados. El Señor nos ha llamado para vivir en paz. 16Tú, mujer, quizás salves a tu marido; tú, hombre, quizás salves a tu mujer.

No cambiar de condición

17En cualquier caso, cada uno siga viviendo en la situación que le asignó el Señor, tal como vivía cuando lo llamó Dios. Ésta es mi norma en todas las Iglesias.

18¿Te llamaron estando circuncidado? No lo disimules. ¿Te llamaron estando sin circuncidar? No te circuncides. 19Ser circunciso o incircunciso no cuenta; lo que cuenta es cumplir los mandamientos de Dios.

20Cada uno permanezca en el estado en que fue llamado. 21¿Te llamaron siendo esclavo? No te importe, aunque si puedes conseguir la libertad, no dejes pasar la oportunidad.

22El que fue llamado siendo esclavo es hombre libre en el Señor; el que fue llamado por el Señor siendo libre es esclavo de El Mesías. 23Ustedes han sido comprados por Dios a un precio: no sean esclavos de los hombres. 24Cada uno, hermanos, permanezca ante Dios en el estado en que fue llamado.

Matrimonio y virginidad

25Respecto a los que no piensan casarse no tengo órdenes del Señor, pero les doy mi opinión como persona de fiar por la misericordia del Señor.

26Pienso que, teniendo presente los tiempos difíciles en que vivimos, lo mejor es eso, que el hombre se quede como está. 27¿Estás unido a una mujer? No busques separarte. ¿No tienes mujer? No la busques. 28No obstante, si te casas no pecas, y la soltera, si se casa, no peca; pero tendrán problemas en la vida presente, y yo quiero evitárselos.

29En una palabra, hermanos, queda poco tiempo: en adelante los que tengan mujer vivan como si no la tuvieran, 30los que lloran como si no lloraran, los que se alegran como si no se alegraran, los que compran como si no poseyeran, 31los que usan del mundo como si no disfrutaran. Porque la apariencia de este mundo se está acabando.

32Quiero que estén libres de preocupaciones; mientras el soltero se preocupa de los asuntos del Señor y procura agradar al Señor, 33el casado se preocupa de los asuntos del mundo y procura agradar a su mujer, 34y está dividido.

La mujer soltera y la virgen se preocupan de los asuntos del Señor para estar consagradas en cuerpo y espíritu. La casada se preocupa de los asuntos del mundo y procura agradar al marido.

35Les he dicho estas cosas para el bien de ustedes, no para ponerles un tropiezo, sino para que su dedicación al Señor sea digna y constante, sin distracciones.

36Si uno siente que se porta incorrectamente con su compañera virgen, que está en edad de casarse, de modo que hay que hacer algo, haga lo que crea conveniente y cásense, que no pecan. 37En cambio, el que decide no casarse con ella, porque se siente interiormente seguro y puede contenerse con pleno dominio de su voluntad, también obra correctamente.

38En conclusión, quien se casa con su compañera virgen hace bien, quien no se casa hace mejor.

39Una mujer está ligada a su marido mientras éste vive; si muere el marido, queda libre para casarse con quien quiera, siempre que aquél sea cristiano. 40Pero a mi parecer, será más feliz si no se casa. Y pienso que también yo poseo el Espíritu de Dios.


Víctimas sacrificadas a los ídolos

(Rom 14)

8

1En cuanto a la carne inmolada a los ídolos, todos tenemos el conocimiento debido, ya lo sabemos, pero el conocimiento llena de orgullo mientras que el amor edifica. 2Si alguien cree conocer algo, aún no lo conoce como se debe conocer. 3En cambio, si uno ama a Dios, es conocido por Dios.

4En cuanto a comer carne sacrificada a los ídolos, sabemos que no existen los ídolos del mundo, y que no hay más que un solo Dios. 5Aunque existiesen en el cielo o en la tierra los llamados dioses, y hay muchos dioses y señores de ésos, 6para nosotros existe un solo Dios, el Padre, que es principio de todo y fin nuestro, y existe un solo Señor, Yahshúa el Mesías, por quien todo existe y también nosotros.

7Pero no todos poseen este conocimiento. Algunos, acostumbrados a la idolatría, comen la carne como realmente sacrificada a los ídolos, y su conciencia débil se contamina. 8No es la comida lo que nos acerca a Dios: nada perdemos si no comemos, nada ganamos si comemos. 9Pero, tengan cuidado no sea que esa libertad se convierta en tropiezo para los débiles. 10Porque si alguien te ve a ti, que sabes cómo se debe obrar, sentado a la mesa en un templo pagano, ¿no se animará su conciencia débil a comer carne sacrificada a los ídolos? 11Y así por tu conocimiento se pierde el débil, un hermano por quien El Mesías murió. 12De ese modo, pecando contra los hermanos e hiriendo su conciencia débil, pecan contra El Mesías.

13En conclusión, si un alimento escandaliza a mi hermano, no comeré jamás carne, para no escandalizar al hermano.

 

 


El ejemplo de Pablo

9

1Pero, ¿no soy libre?, ¿no soy apóstol?, ¿no he visto a Yahshúa Señor nuestro?, ¿no son ustedes mi obra de apóstol al servicio del Señor? 2Si para otros no soy apóstol, para ustedes lo soy. El sello de mi apostolado para el Señor son ustedes.

3Mi defensa ante los que me juzgan es ésta: 4¿No tenemos derecho a comer y beber?, 5¿no tenemos derecho a hacernos acompañar de una esposa cristiana como los demás apóstoles, los hermanos del Señor y Cefas?, 6¿o somos Bernabé y yo los únicos que no tenemos derecho a dejar de lado otros trabajos? 7¿Quién ha servido como soldado pagando sus propios gastos?, ¿quién planta una viña y no come sus frutos?, ¿quién cuida de un rebaño y no se alimenta de su leche? 8Mi argumento no es puramente humano, también la ley lo dice; 9en la ley de Moisés está escrito:

No pondrás bozal al buey que trilla.

¿Acaso se ocupa Dios de los bueyes?, 10¿no lo dice más bien para nosotros? Así es, por nosotros está escrito, porque el que ara tiene que arar con esperanza y el trillador, debe hacerlo con la esperanza de cosechar. 11Si nosotros sembramos en ustedes lo espiritual, ¿será excesivo que cosechemos algo material? 12Si otros disfrutan de ese derecho sobre ustedes, ¿por qué no lo vamos a tener nosotros?

Sin embargo, no hicimos uso de tal derecho, antes bien aguantamos todo para no poner obstáculos a la Buena Noticia de El Mesías. 13¿No saben que los ministros del culto comen de los dones del templo y los que atienden al altar participan de los dones del altar?

14Del mismo modo el Señor dispuso que los que anuncian la Buena Noticia vivan de su predicación. 15Pero yo no he usado ninguno de esos derechos, y no lo escribo ahora para que me los reconozcan –¡más me valdría morir!–: nadie me quitará esta gloria.

16Anunciar la Buena Noticia no es para mí motivo de orgullo, sino una obligación a la que no puedo renunciar. ¡Ay de mí si no anuncio la Buena Noticia! 17Si lo hiciera por propia iniciativa, recibiría mi salario; pero si no lo hago por propia voluntad, es que me han confiado una administración. 18¿Cuál será, entonces, mi salario? Anunciar gratuitamente la Buena Noticia sin hacer uso del derecho que su anuncio me confiere.

19Siendo del todo libre, me hice esclavo de todos para ganar al mayor número posible. 20Con los judíos me hice judío para ganar a los judíos; me sometí a la ley con los que están sometidos a ella, como si yo lo estuviera, aunque no lo estoy, para ganar a los sometidos a la ley. 21Con los que no tienen ley, yo, que no rechazo la ley de Dios, porque estoy sometido a la ley de El Mesías, me hice como uno de ellos para ganar a los que no tienen ley. 22Me hice débil con los débiles para ganar a los débiles. Me hice todo a todos para salvar por lo menos a algunos. 23Y todo lo hago por la Buena Noticia, para participar de ella.

24¿No saben que en el estadio todos corren, pero uno solo recibe el premio? Corran entonces para conseguirlo. 25Los que compiten se controlan en todo; y ellos lo hacen para ganar una corona corruptible, nosotros una incorruptible. 26 Por mi parte, yo corro, pero no sin conocer el rumbo; lucho, pero no dando golpes al aire. 27Sino que entreno mi cuerpo y lo someto, no sea que, después de predicar a los otros, quede yo descalificado.


Peligro de idolatría

10

1No quiero que ignoren, hermanos, que todos nuestros padres estuvieron bajo la nube y atravesaron el mar; 2todos se bautizaron en la nube y el mar uniéndose a Moisés; 3todos comieron el mismo alimento espiritual 4y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que les seguía, roca que es El Mesías. 5Pero la mayoría no agradó a Dios y quedaron tendidos en el desierto. 6Esos sucesos nos sirven de ejemplo para que no nos abandonemos a malos deseos como ellos lo hicieron. 7No sean idólatras como algunos de ellos, de quienes está escrito:

Se sentó el pueblo

a comer y beber

y se levantó a danzar.

8No nos abandonemos a la inmoralidad sexual como hicieron algunos de ellos, y en un solo día cayeron veintitrés mil. 9No pongamos a prueba al Señor como hicieron algunos de ellos y perecieron mordidos por serpientes. 10No se rebelen como algunos se rebelaron y perecieron a manos del ángel destructor. 11Todo esto les sucedía a ellos como figura, y se escribió para advertirnos a los que hemos alcanzado la etapa final.

12Por consiguiente, quien crea estar firme, tenga cuidado y no caiga. 13Ustedes no han tenido hasta ahora ninguna prueba que supere sus fuerzas humanas. Dios es fiel y no permitirá que sean probados por encima de sus fuerzas, al contrario, con la prueba les abrirá una salida para que puedan soportarla.

 

Comidas idolátricas y libertad cristiana

14Por esto, queridos míos, huyan de la idolatría. 15Hablo a gente entendida, juzguen por ustedes mismos. 16La copa de bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de El Mesías? El pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de El Mesías? 17Uno es el pan y uno es el cuerpo que todos formamos porque todos compartimos el único pan. 18Miren a los israelitas de raza: los que comen las víctimas sacrificadas, ¿no están en comunión con el altar? 19¿Qué intento decir? ¿Que la carne sacrificada a los ídolos tiene algún valor o que los ídolos son algo? 20No, en absoluto. Pero, como los sacrificios de los paganos se ofrecen a demonios y no a Dios, no quiero que entren en comunión con los demonios. 21No pueden beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no pueden compartir la mesa del Señor y la mesa de los demonios. 22¿Acaso queremos provocar celos al Señor?, ¿somos acaso, más fuertes que él?

23Todo está permitido, dicen; pero no todo conviene. Todo está permitido. Pero no todo edifica. 24Nadie busque su interés, sino el del prójimo. 25Coman todo lo que se vende en la carnicería sin hacer problema de conciencia, 26porque del Señor es la tierra y cuanto contiene. 27Si un pagano los invita a comer y ustedes aceptan, coman de todo lo que les sirva sin hacer problema de conciencia. 28Pero si alguien les avisa: es carne sacrificada, no coman: en atención al que les avisó y a su conciencia. 29No me refiero a la propia conciencia, sino a la del otro. ¿Cómo?, ¿va a ser juzgada mi libertad por la conciencia ajena? 30Si yo doy gracias a Dios por lo que como, ¿por qué me van a criticar por comerlo? 31Entonces, ya coman o beban o hagan lo que sea, háganlo todo para gloria de Dios. 32No sean motivo de escándalo ni a judíos ni a griegos ni a la Iglesia de Dios. 33Como yo, que intento agradar a todos, no buscando mi ventaja, sino la de todos, para que se salven.

 


 

11

1Sigan mi ejemplo como yo sigo el de El Mesías.

 

El velo de las mujeres

2Los alabo porque siempre se acuerdan de mí y mantienen mis enseñanzas tal como yo se las transmití. 3Pero quiero que comprendan que El Mesías es cabeza de todo varón, el varón es cabeza de la mujer y Dios es cabeza de El Mesías.

4El varón que reza o profetiza con la cabeza cubierta deshonra su cabeza; 5en cambio, la mujer que reza o profetiza con la cabeza descubierta deshonra su cabeza: es lo mismo que si la llevara rapada. 6Así que, si una mujer no se cubre, que se rape la cabeza; y si es vergonzoso cortarse el pelo al rape, pues que se cubra.

7El varón no tiene que cubrirse la cabeza, siendo imagen de la gloria de Dios; mientras que la mujer es gloria del varón. 8Pues no procede el varón de la mujer, sino la mujer del varón. 9Y no fue creado el varón para la mujer, sino la mujer para el varón. 10Por eso debe la mujer llevar en la cabeza la señal de la autoridad, en atención a los ángeles. 11Si bien, para el Señor, no hay mujer sin varón ni varón sin mujer. 12Pues si la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer y ambos proceden de Dios.

13Juzguen ustedes mismos: ¿es apropiado que una mujer rece a Dios con la cabeza descubierta? 14¿No les enseña la naturaleza que es una deshonra para el hombre llevar melena, 15mientras que es honra de la mujer llevarla? Pues la melena se le da a la mujer a manera de velo.

16Y si alguien quiere discutir, nosotros no tenemos esa costumbre ni tampoco las Iglesias de Dios.

Ágape y Eucaristía

17Siguiendo con mis advertencias, hay algo que no alabo: que sus reuniones traen más perjuicio que beneficio.

18En primer lugar, he oído que cuando se reúnen en asamblea, hay divisiones entre ustedes, y en parte lo creo; 19porque es inevitable que haya divisiones entre ustedes, para que se muestre quiénes son los auténticos. 20Y así resulta que, cuando se reúnen, no comen la cena del Señor. 21Porque cada uno se adelanta a consumir su propia cena, y mientras uno pasa hambre, otro se emborracha. 22¿No tienen sus casas para comer y beber? ¿O es que desprecian la asamblea de Dios y quieren avergonzar a los que nada poseen? ¿Qué puedo decirles?, ¿voy a alabarlos? En esto no puedo alabarlos.

23Porque yo recibí del Señor lo que les transmití: que el Señor, la noche que era entregado, tomó pan, 24dando gracias lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía. 25De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre. Cada vez que la beban háganlo en memoria mía.

26Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor, hasta que vuelva.

27Por tanto, quien coma el pan y beba la copa del Señor indignamente, comete pecado contra el cuerpo y la sangre del Señor. 28En consecuencia, que cada uno se examine antes de comer el pan y beber la copa. 29Quien come y bebe sin reconocer el cuerpo del Señor, come y bebe su propia condena.

30Ésta es la causa de que haya entre ustedes muchos enfermos y débiles y que mueran tantos. 31Si nos examinamos nosotros mismos, no seremos juzgados. 32Y si nos juzga el Señor, es para corregirnos, a fin de que no seamos condenados con el mundo.

33Así, hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros. 34Si uno tiene hambre, coma en su casa; así no se reunirán para ser condenados. Los asuntos restantes los resolveré cuando vaya.


Dones espirituales

12

1Hermanos, acerca de los dones espirituales no quiero que sigan en la ignorancia. 2Ustedes saben que, cuando todavía eran paganos, se dejaban arrastrar ciegamente hacia ídolos mudos. 3Por eso les hago notar que nadie, movido por el Espíritu de Dios puede decir: ¡maldito sea Yahshúa! Y nadie puede decir: ¡Señor Yahshúa! si no es movido por el Espíritu Santo.

4Existen diversos dones espirituales, pero un mismo Espíritu; 5existen ministerios diversos, pero un mismo Señor; 6existen actividades diversas, pero un mismo Dios que ejecuta todo en todos. 7A cada uno se le da una manifestación del Espíritu para el bien común. 8Uno por el Espíritu tiene el don de hablar con sabiduría, otro según el mismo Espíritu el de enseñar cosas profundas, 9a otro por el mismo Espíritu se le da la fe, a éste por el único Espíritu se le da el don de sanaciones, 10a aquél realizar milagros, a uno el don de profecía, a otro el don de distinguir entre los espíritus falsos y el Espíritu verdadero, a éste hablar lenguas diversas, a aquél el don de interpretarlas. 11Pero todo lo realiza el mismo y único Espíritu repartiendo a cada uno como quiere. 12Como el cuerpo, que siendo uno, tiene muchos miembros, y los miembros, siendo muchos, forman un solo cuerpo, así también El Mesías.

13Todos nosotros, judíos o griegos, esclavos o libres, nos hemos bautizado en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo, y hemos bebido un solo Espíritu.

14El cuerpo no está compuesto de un miembro, sino de muchos. 15Si el pie dijera: Como no soy mano, no pertenezco al cuerpo, no por ello dejaría de pertenecer al cuerpo. 16Si el oído dijera: Como no soy ojo, no pertenezco al cuerpo, no por ello dejaría de pertenecer al cuerpo. 17Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿cómo oiría?; si todo fuera oído, ¿cómo olería? 18Dios ha dispuesto los miembros en el cuerpo, cada uno como ha querido. 19Si todo fuera un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?

20Ahora bien, los miembros son muchos, el cuerpo es uno. 21No puede el ojo decir a la mano: No te necesito; ni la cabeza a los pies: No los necesito. 22Más aún, los miembros del cuerpo que se consideran más débiles son indispensables, 23y a los que consideramos menos nobles los rodeamos de más honor. Las partes menos presentables las tratamos con más decencia; 24ya que las otras no lo necesitan. Dios organizó el cuerpo dando más honor al que menos valía, 25de modo que no hubiera división en el cuerpo y todos los miembros se interesaran por igual unos por otros. 26Si un miembro sufre, sufren con él todos los miembros; si un miembro es honrado, se alegran con él todos los miembros.

27Ustedes son el cuerpo de El Mesías, y cada uno en particular, miembros de ese cuerpo. 28Dios ha querido que en la Iglesia haya en primer lugar apóstoles, en segundo lugar profetas, en tercer lugar maestros, luego vienen los que han recibido el don de hacer milagros, después el don de sanaciones, el don de socorrer a los necesitados, el de gobierno, y el don de lenguas diversas.

29¿Son todos apóstoles?, ¿son todos profetas?, ¿son todos maestros?, ¿todos hacen milagros?, 30¿tienen todos el don de sanar?, ¿hablan todos lenguas desconocidas?, ¿son todos intérpretes? 31Ustedes, por su parte, aspiren a los dones más valiosos. Y ahora les indicaré un camino mucho mejor.


Himno al amor cristiano

13

1Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo estruendoso.

2Aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera una fe como para mover montañas, si no tengo amor, no soy nada.

3Aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve.

4El amor es paciente, es servicial, [el amor] no es envidioso ni busca aparentar, no es orgulloso ni actúa con bajeza, 5no busca su interés, no se irrita, sino que deja atrás las ofensas y las perdona, 6nunca se alegra de la injusticia, y siempre se alegra de la verdad. 7Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

8El amor nunca terminará. Las profecías serán eliminadas, el don de lenguas terminará, el conocimiento será eliminado. 9Porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías limitadas. 10Cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto será eliminado.

11Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; al hacerme adulto, abandoné las cosas de niño.

12Ahora vemos como en un mal espejo, confusamente, después veremos cara a cara.

Ahora conozco a medias, después conoceré tan bien como Dios me conoce a mí.

13Ahora nos quedan tres cosas: la fe, la esperanza, el amor. Pero la más grande de todas es el amor.

 

 

 

 

 

 

 


Profecía y lenguas arcanas

14

1Busquen el amor; y aspiren también a los dones espirituales, sobre todo al de la profecía. 2Quien habla una lengua desconocida no habla a hombres, sino a Dios: nadie lo entiende, porque movido por el espíritu habla de misterios. 3En cambio, quien profetiza habla a hombres edificando, exhortando y animando. 4Quien habla una lengua desconocida se edifica él mismo; quien profetiza edifica a la Iglesia.

5Me gustaría que todos tuvieran el don de lenguas, pero prefiero que profeticen. Quien profetiza es superior al que habla una lengua desconocida, a menos que la interprete para edificación de la Iglesia. 6Supongan, hermanos, que me presento ante ustedes hablando lenguas desconocidas: si no transmito alguna revelación o conocimiento o profecía o enseñanza, ¿de qué les serviría?

7Ocurre igual que con los instrumentos musicales, por ejemplo la flauta o la cítara: si las notas que se dan no guardan los intervalos, ¿cómo se reconoce lo que toca la flauta o la cítara? 8Si la trompeta no da un toque definido, ¿quién se preparará para el combate? 9Lo mismo les pasa a ustedes con lo que hablan: si no pronuncian palabras inteligibles, ¿cómo se entenderá lo que dicen? Estarían hablando al viento.

10Con tantas lenguas como existen en el mundo, ninguna carece de significado. 11Si no entiendo el significado de una lengua, soy un extranjero para el que me habla y él lo es para mí. 12Igual ustedes: ya que aspiran a dones espirituales, procuren tener en abundancia aquellos que ayudan a la edificación de la Iglesia.

13Por tanto, quien habla una lengua desconocida pida el don de interpretarla. 14Porque si rezo en lengua desconocida, mi espíritu reza, pero mi mente no saca ningún provecho. 15¿Qué puedo hacer? Rezaré con mi espíritu y con mi mente, cantaré himnos con mi espíritu y con mi mente. 16Si bendices a Dios solamente con tu espíritu, ¿cómo responderá amén a tu acción de gracias la persona sencilla y no preparada, si no sabe lo que dices? 17Tú das gracias bellamente, pero el otro no sacó provecho. 18Yo, gracias a Dios, hablo lenguas desconocidas más que todos ustedes; 19pero en una asamblea, para instruir a los demás, prefiero decir cinco palabras inteligibles a pronunciar diez mil desconocidas.

20Hermanos, no sean niños en su modo de pensar; sean niños en la malicia pero adultos en el modo de pensar. 21En la ley está escrito:

Yo hablaré a este pueblo

en lenguas extrañas,

y ni aún así me obedecerá,

dice el Señor.

22De suerte que las lenguas desconocidas son señal para los no creyentes, no para los creyentes; mientras que la profecía es señal para los creyentes y no para los que no creen. 23Supongamos que se reúne la Iglesia entera y todos se ponen a hablar lenguas desconocidas: si entran algunos no creyentes o gente no preparada, ¿no dirán que están todos locos? 24En cambio, si todos profetizan, cuando entre un no creyente o una persona no preparada, se sentirá interpelado por todos, juzgado por todos; 25se revelarán los secretos de su corazón, caerá de rodillas adorando a Dios y declarará: Realmente Dios está con ustedes.

26¿Qué conclusión sacamos, hermanos? Cuando se reúnen, que uno aporte un himno, otro una enseñanza, otro una revelación, otro un mensaje en lengua desconocida, otro su interpretación: todo para la edificación común.

27Si se habla en lenguas desconocidas, hablen dos, a lo más tres, por turno, y que otro lo interprete. 28Si no hay intérprete, mejor es no hablar en la asamblea y que cada uno hable consigo mismo y con Dios. 29Tratándose de profetas, hablen dos o tres, y los demás deben juzgar. 30Si uno de los asistentes recibe una revelación, el que está hablando debe callarse. 31Todos pueden profetizar por turno, para que todos aprendan y se animen. 32Pero la inspiración profética está vinculada a los profetas; 33porque Dios no quiere el desorden, sino la paz.

Como en todas las Iglesias de los consagrados, 34las mujeres deben callar en la asamblea, porque no se les permite hablar, sino que han de someterse, como manda la ley: 35Si quieren aprender algo, pregúntenlo a sus maridos en casa. No está bien que una mujer hable en la asamblea.

36¿Acaso salió de ustedes la Palabra de Dios?, ¿acaso les llegó sólo a ustedes? 37Si alguien se considera profeta o inspirado, reconozca que lo que escribo es mandato del Señor. 38Y quien no lo reconozca no será reconocido. 39En conclusión, hermanos, aspiren al don de la profecía y no impidan hablar en lenguas desconocidas. 40Y que todo se haga con orden y decentemente.


Resurrección de los muertos

15

1Ahora, hermanos, quiero recordarles la Buena Noticia que les anuncié: la que ustedes recibieron y en la que perseveran fielmente, 2por ella son salvados, siempre que conserven el mensaje tal como yo se lo prediqué; de lo contrario habrían aceptado la fe en vano. 3Ante todo, les he transmitido lo que yo mismo había recibido: que El Mesías murió por nuestros pecados según las Escrituras, 4que fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras, 5que se apareció a Cefas y después a los Doce; 6luego se apareció a más de quinientos hermanos de una sola vez: la mayoría viven todavía, algunos murieron ya; 7después se apareció a Santiago y de nuevo a todos los apóstoles. 8Por último se me apareció a mí, que soy como un aborto. 9Porque yo soy el último entre los apóstoles y no merezco el título de apóstol, porque perseguí a la Iglesia de Dios.

10Gracias a Dios soy lo que soy, y su gracia en mí no ha resultado estéril, ya que he trabajado más que todos ellos; no yo, sino la gracia de Dios conmigo. 11Con todo, tanto yo como ellos, proclamamos lo mismo y esto es lo que ustedes han creído.

También nosotros resucitamos

12Ahora bien, si se proclama que El Mesías resucitó de la muerte, ¿cómo algunos de ustedes dicen que no hay resurrección de muertos? 13Si no hay resurrección de muertos, tampoco El Mesías ha resucitado; 14y si El Mesías no ha resucitado, es vana nuestra proclamación, es vana nuestra fe. 15Y nosotros resultamos ser testigos falsos de Dios, porque testimoniamos contra Dios diciendo que resucitó a El Mesías siendo así que no lo resucitó, ya que los muertos no resucitan. 16Porque si los muertos no resucitan, tampoco El Mesías ha resucitado. 17Y si El Mesías no ha resucitado, la fe de ustedes es ilusoria, y sus pecados no han sido perdonados, 18y los que murieron como cristianos perecieron para siempre. 19Si hemos puesto nuestra esperanza en El Mesías sólo para esta vida, somos los hombres más dignos de compasión.

20Ahora bien, El Mesías ha resucitado de entre los muertos, y resucitó como primer fruto ofrecido a Dios, el primero de los que han muerto. 21Porque, si por un hombre vino la muerte, por un hombre viene la resurrección de los muertos. 22Como todos mueren por Adán, todos recobrarán la vida por El Mesías. 23Cada uno en su turno: el primero es El Mesías, después, cuando él vuelva, los cristianos; 24luego vendrá el fin, cuando entregue el reino a Dios Padre y termine con todo principiado, autoridad y poder. 25Porque él tiene que reinar hasta poner a todos sus enemigos bajo sus pies; 26el último enemigo que será destruido es la muerte, 27según dice la Escritura: Todo lo ha sometido bajo sus pies. Pero al decir que todo le está sometido, es evidente que se excluye a aquel que le somete todas las cosas. 28Cuando el universo le quede sometido, también el Hijo se someterá al que le sometió todo, y así Dios será todo para todos.

29Si no fuera así, ¿qué hacen los que se bautizan por los muertos? Si los muertos no resucitan, ¿por qué se bautizan por ellos? 30¿Por qué nosotros nos exponemos en todo instante al peligro? 31Cada día estoy en peligro de muerte. Lo juro, [hermanos,] por el orgullo que siento de ustedes ante El Mesías Yahshúa Señor nuestro. 32Si por motivos humanos luché con las fieras en Éfeso, ¿de qué me sirvió? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos. 33No se dejen engañar: las malas compañías corrompen las buenas costumbres. 34Vuelvan a comportarse como es debido y dejen de pecar, porque algunos de ustedes todavía no saben nada de Dios –para vergüenza de ustedes lo digo–.

 

¿Cómo resucitan los muertos?

35Pero preguntará alguno: ¿Cómo resucitan los muertos?, ¿con qué cuerpo salen? 36¡Necio! Lo que tú siembras no llega a tener vida si antes no muere. 37Lo que siembras no es la planta tal como va a brotar, sino un grano desnudo, de trigo o de lo que sea; 38y Dios le da el cuerpo que quiere, a cada simiente su cuerpo.

39No todos los cuerpos son iguales. Una es la carne del hombre, otra la de las reses, otra la de las aves, otra la de los peces. 40Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres. Uno es el resplandor de los celestes y otro el de los terrestres. 41Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna, otro el de los astros; un astro se distingue de otro en resplandor. 42Así pasa con la resurrección de los muertos: 43se siembra corruptible, resucita incorruptible; se siembra miserable, resucita glorioso; se siembra débil, resucita poderoso; 44se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual.

Si existe un cuerpo natural, existe también un cuerpo espiritual.

45Así está escrito: el primer hombre, Adán, se convirtió en un ser vivo; el último Adán se hizo un espíritu que da vida.

46No fue primero el espiritual, sino el natural, y después el espiritual. 47El primer hombre procede de la tierra y es terreno, el segundo hombre procede del cielo. 48El hombre terrenal es modelo de los hombres terrenales; como es el celeste modelo de los hombres celestes.

49Así como hemos llevado la imagen del hombre terrestre, llevaremos también la imagen del celeste.

50Hermanos, les digo que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción heredará lo que es incorruptible. 51Les voy a comunicar un secreto: no todos moriremos, pero todos seremos transformados. 52En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al último toque de trompeta que tocará, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados.

53Esto corruptible tiene que revestirse de incorruptibilidad y lo mortal tiene que revestirse de inmortalidad. 54Cuando lo corruptible se revista de incorruptibilidad y lo mortal de inmortalidad, se cumplirá lo escrito:

La muerte

ha sido vencida definitivamente.

55¿Dónde está, oh muerte, tu victoria?

¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?

56El aguijón de la muerte es el pecado, el poder del pecado es la ley.

57Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Yahshúa el Mesías.

58En conclusión, queridos hermanos, permanezcan firmes, inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, convencidos de que sus esfuerzos por el Señor no serán inútiles.


Colecta para los fieles de Jerusalén y saludos finales

16

1En cuanto a la colecta en favor de los consagrados sigan las mismas instrucciones que di a las Iglesias de Galacia.

2Todos los domingos cada uno de ustedes aparte y deposite lo que haya logrado ahorrar; así, cuando yo llegue, no hará falta hacer la colecta. 3Cuando llegue, enviaré con cartas a los que ustedes hayan elegido para que lleven su donativo a Jerusalén. 4Si conviene que yo también vaya, ellos me acompañarán. 5Los visitaré cuando atraviese Macedonia, ya que tengo que pasar por allí. 6Es posible que permanezca algún tiempo o incluso pase el invierno con ustedes, para que me ayuden a continuar mi camino. 7En esa ocasión no quiero verlos de pasada, sino que espero estar una temporada con ustedes, si el Señor lo permite. 8Estaré en Éfeso hasta Pentecostés, 9ya que se me ha abierto una puerta grande y favorable, aunque los adversarios son muchos.

10Cuando llegue Timoteo, procuren que no se sienta incómodo entre ustedes, ya que como yo trabaja en la obra del Señor. 11Nadie lo desprecie. Ofrézcanle los medios necesarios para proseguir su camino y así pueda juntarse conmigo, porque lo estamos esperando con los hermanos.

12Al hermano Apolo le he insistido que vaya a visitarlos con los hermanos; pero él se niega rotundamente a ir ahora; ya irá cuando sea oportuno.

13Estén despiertos, permanezcan firmes en la fe, sean valientes y animosos. 14Todo lo que hagan, háganlo con amor. 15Tengo que hacerles una recomendación: conocen a la familia de Esteban: son los primeros que abrazaron la fe en Acaya y se dedicaron a servir a los consagrados. 16Les pido que también ustedes se pongan a disposición de gente como ellos y de cuantos colaboran en sus trabajos y esfuerzos.

17Estoy muy contento con la llegada de Esteban, Fortunato y Acaico: ellos han llenado el vacío que ustedes habían dejado 18y han serenado mi espíritu y el de ustedes.

19Los saludan las Iglesias de Asia. También les envían muchos saludos en el Señor Áquila, Prisca y toda la comunidad que se reúne en su casa.

 20Los saludan todos los hermanos. Salúdense mutuamente con el beso santo.

21El saludo es de mi puño y letra: Pablo.

22Quien no ame al Señor sea maldito. ¡Ven, Señor! 23La gracia del Señor Yahshúa esté con ustedes. 24Los amo a todos en El Mesías Yahshúa.

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