EL EVANGELIO ETERNO - CLASE 17 - TAMUZ, EL DIOS BABILÓNICO DE LA PROSPERIDAD
EL EVANGELIO ETERNO
Clase 17: La
Influencia de Babilonia en el mundo
Tamuz el
dios babilónico de la prosperidad.
Este
fascinante recorrido que estamos haciendo tiene su elevado propósito. Sabemos,
por lo que la Ruach Santa nos ha dado a conocer que, la obra de los satanes en
el mundo ha tenido como fin principalísimo, ocultar al mundo el conocimiento
del Único Dios Verdadero, Yahweh y a Su Hijo el Adón Yahshúa.
Desde los
tiempos más lejanos y, desde que hubo gente sobre la tierra, los enemigos de
Dios han creado fábulas que hablan de dioses. EL propósito de los satanes es
crear dioses que convenzan a las gentes del mundo y, habiendo creído en ellos,
desconozcan al Verdadero Dios.
Todos los
dioses han sido creados basados en lo que se ve y se siente, lo cual produce
necesidad en los pueblos y, en ese sentido, genera dependencia. Por ejemplo, el
hambre o más bien el temor a ella a generado que, las gentes hagan todo lo
posible por evadirla.
Las
estaciones, en aquellos países donde aplica, son un motivo o bien de
preocupación o bien de alegría. Así pues, el otoño y posteriormente el temido
invierno han preocupado al mundo desde el inicio de las generaciones en tanto
que, en su momento la primavera y el invierno alegran a la humanidad. La razón
de estos temores tiene que ver con la provisión o no, de los alimentos
necesarios.
Los meses
cuando ocurre el otoño y el invierno, son meses oscuros, lúgubres y tristes. La
oportunidad de sembrar la tierra o de cazar a animales se pierde totalmente y,
las gentes deben haberse preparado durante la primavera y el verano, para tales
momentos. Por ello la llegada de la primavera, con el cambio de luminosidad y,
la aparición de la tierra y de lo verde, oculto durante meses por la nieve,
trae entusiasmo y alegría.
En la
Babilonia de los tiempos del reino de los sumerios se creó una fábula, que
relaciona la vida de un joven dios, con los meses alegres del año. Por ello, en
loe meses oscuros y tristes, este dios de la prosperidad, de las cosechas y del
pastoreo muere y desparece.
Esto tiene
su importancia desde el punto de vista del Evangelio Eterno, porque este dios,
serviría a la babilonia actual, la que representa la iglesia católica, de base
para su culto pagano. La María de la iglesia romana, se originó en Ishtar una
antigua diosa sumeria y babilónica y ésta es la esposa y a la vez mamá del dios
babilónico Tamuz.
NIMROD,
SEMIRAMIS Y TAMUZ
La mitología sobre
Tamuz enseña que Nimrod nació un 25 de diciembre. Éste se unió con su madre,
Semíramis y, de esta unión nació un hijo que se llamó Tamuz. Se cuenta que Nimrod
fue asesinado por su hermano Seth y su cuerpo despedazado fue esparcido por
toda la región. Semíramis quiso mantener
el poder en Babilonia y afirmó que Nimrod había ascendido al cielo y se había
convertido en el sol, dando origen, en ese momento, al culto al sol, que se
transformaría en el más antiguo del mundo.
Pero la historia no
terminaría ahí. Al paso del tiempo creció un árbol en donde Nimrod había sido
sepultado. Semíramis comenzó a enseñar que su “hijo-esposo”, había encarnado en
ese árbol y, cada día de su natalicio, visitaba su tumba y llevaba un sinnúmero
de dones, colgándolos en ese árbol. Esta doctrina se propagó por todos los
pueblos, siendo uno de ellos Babel y la tierra de Sinar, que posteriormente se
llamó Babilonia. De esta forma vino a existir el “árbol” del natalicio de
Nimrod. Según dicha enseñanza, lo que hoy se hace en el mes de diciembre es
recordar indirectamente el nacimiento de este hombre que fue un malvado y
pecador. Los defensores del mito señalan que, cierto o no, en el solsticio de
invierno (que es el 21 de diciembre), el árbol sagrado era cortado en memoria
de la muerte de Nimrod y decorado, como un rey se adornaría. Así que, el árbol
representaría a Nimrod y decorarlo es un símbolo de adoración al dios pagano.
La fábula continúa
diciendo que Semíramis habría quedado embarazada de manera milagrosa y
sobrenatural cuando los rayos del sol habían la habrían fecundado y concebido
al hijo que esperaba (una imitación de la concepción virginal del Mesías). Cuando
nació, Semíramis afirmó que su hijo Tamuz era la reencarnación de su esposo
Nimrod. Tamuz habría nacido exactamente en el solsticio de invierno, el 25 de
diciembre en el calendario babilónico. Semíramis y Tamuz serían adorados como
dioses, y con ello se instauraría uno de los cultos más antiguos de la
humanidad, el culto a la madre y al hijo. Con el tiempo, Semíramis sería
adorada como “Ishtar”, diosa de la fertilidad, y proclamada como “la reina del
cielo”.
Luego de su
nacimiento, sobre Tamuz se desató el culto al dios de la fertilidad y
prosperidad que, en el culto de la historia a invadido la forma de culto de la
cristiandad a través de la iglesia evangélica.
LA FABULA DE
TAMUZ, EL dios DE LA FERTILIDAD Y PROSPERIDAD
En Babilonia, nació uno de los más
antiguos entre los varios que simbolizan la alternancia de las estaciones y, se
inspiran en el misterio de la vida cuando ésta despierta en la primavera, tras
el largo sopor invernal.
Entre las divinidades menores de
Babilonia, había un dios joven, hermoso y bondadoso, el cual vagaba por las
verdes campiñas, por los campos cultivados y los bosques salvajes, complaciéndose
en la contemplación de la naturaleza lozana y, tocando dulcemente la flauta.
Se llamaba Tamuz y siempre tenía la
sonrisa en los labios; su misión era la de proteger a los pastores y a sus
rebaños, procurar prósperas cosechas y asegurar la salud y el vigor a todo
cuanto vive: hombres, animales y plantas.
Gracias a este jocundo numen, la naturaleza
estaba siempre risueña, las plantas florecían y los recién nacidos lloriqueaban
en los hogares.
No es, pues, de extrañar que un buen
día, Ishtar, la diosa del amor, comenzó a suspirar por el hermoso joven y trató de
seguirlo por todas partes; y tanto hizo, que finalmente, logró casarse con él.
No había errado en la elección, ya que también ella protegía la lozanía de la
vida; a ella, se dirigían las madres y los padres para que sus hijos fueran
hermosos y robustos, y los pastores, a fin que los rebaños prosperaran y se
multiplicasen. Ishtar se casó, con Tamuz, y jamás una esposa divina fue
más afectuosa y fiel que ella.
DUELO ENTRE LOS DIOSES Y LOS HOMBRES
Un día, Tamuz paseaba por un bosque vecino a la ciudad
sagrada de Eridu, cuando un feroz jabalí salió inesperadamente de un matorral y
se lanzó sobre él.
Tamuz era un dios, no hay duda, pero
no de los de primer orden; hermoso y querido por todos, pero no muy poderoso,
algo semejante a la criatura humana. Por consiguiente, podía ser alcanzado por
la muerte. Gravemente herido por las garras de la fiera, el joven vio, cómo se
oscurecía la dulce luz del Sol; se sintió atraído hacia el oscuro reino de las
sombras, a las entrañas de la tierra; un frío súbito le penetró los huesos y le
apretó el corazón. En una palabra: murió cual si hubiese sido un simple mortal.
Una profunda tristeza se difundió en
seguida por doquier y, un velo gris pareció amortiguar la luz del día y
envolver las cosas. Las plantas se lamentaban, que ya no daban frutos, como las
mieses, que ya no sacaban espigas. Los ríos estaban tristes, al sentir que
menguaban sus caudales, y tristes estaban los lagos y las lagunas, que ya no
sentían nacer más peces en sus entrañas.
Se quejaban los cañaverales y las
malezas, y los jardines, donde las abejas ya no iban a libar en las flores; y
las viñas, que ya no daban vino; los arriates, en que la flor de la mostaza se
marchitaba; y, en fin, los palacios de los príncipes y los reyes, donde ya no
se oían las canciones y los alegres clamores de los banquetes, y la vida
languidecía, estaban de luto. Así lo cuenta, más o menos, un antiguo himno
babilónico al evocar el triste caso.
Pero más profunda que todas fue la
aflicción de Ishtar. La bella diosa comprendió que su inmortalidad le sería
inútil e insoportable sin su esposo, y decidió irlo a buscar al mundo
subterráneo donde había desaparecido, al Aralu, la oscura morada de los
muertos.
ISHTAR EN LOS INFIERNOS
Descendió al Aralu, pero se encontró
con que la puerta estaba cerrada; y el guardián se negó a abrirla estimando que
no era conveniente que la diosa de la vida entrara en la mansión de los
difuntos. Ishtar rogó e insistió inútilmente, hasta que, presa de
desesperación, golpeó furiosamente la puerta gritando:
—¡Abre, guardián; ¡de lo contrario,
hundiré estos batientes, libertaré a los muertos que custodias y los conduciré
conmigo sobre la tierra para que devoren a los vivos!
El guardián, asustado, corrió junto
a la Reina de los infiernos en demanda de instrucciones, y la Reina, que
conocía el poder de Ishtar, y sobre todo, la fuerza de su amor, permitió que la
diosa entrara a condición de que se despojara de uno de sus ornamentos cada vez
que pasara por una de las siete puertas del infierno.
En aquel momento, poco le importaban
a Ishtar sus ornamentos, y aceptó sin vacilar. En la primera puerta, se quitó
la corona, en la segunda, los ricos pendientes, en la tercera, el collar, en la
cuarta, los brazaletes, y así sucesivamente: cuando llegó a la presencia de la
Reina de los infiernos, no llevaba más que la camisa. Pero no había pensado en
que, como reina de la belleza y del amor, los ornamentos formaban parte de su
personalidad y de su poder, y al verse de tal manera desnuda, quedó tan
humillada, que la reina del infierno se sintió más fuerte que ella, y sin la
menor generosidad, comenzó a burlarse, y ordenó que fuese encarcelada sin
dilación.
¿Cómo podría proseguir la existencia
sobre la tierra, cuando las dos divinidades de la vida estaban, muerta una de
ellas y la otra encarcelada? Dejaron de nacer hombres y animales, las plantas
se marchitaban, la Naturaleza entera iba camino de extinguirse. Los dioses se
preocuparon del caso, y sin pérdida de tiempo, acudieron a Ea, el cual,
con uno de sus enérgicos encantamientos, obligó a la reina infernal a libertar
a Ishtar.
Ishtar en el mundo de los muertos
Vuelve la felicidad junto a Tamuz
Esta vez, la bella diosa se sintió
la más fuerte e impuso sus condiciones: estaba allí, para llevarse consigo a
Tamuz y no se iría sin él; si querían que reanudara su benéfica actividad sobre
la tierra, debían restituirle a su esposo.
LA PRIMAVERA Y EL VERANO, TIEMPO DE
ALEGRÍA
La reina de los muertos se vio
obligada a plegarse una vez más, a rociar a Tamuz con el agua de la vida y, a
dejarlo partir con Ishtar. Inmediatamente, las siete puertas se abrieron una
tras otra ante los dioses, y en cada una de ellas, recogió Ishtar sus joyas y
vestidos, hasta que con su marido emergió a la luz del sol y, entonó a plena
voz su himno jubiloso y triunfal:
¡Me regocijo en mi
esplendor, y llena de felicidad, avanzo, excelsa y divina! Soy Ishtar, la diosa
de la tarde, soy Ishtar, la diosa de la mañana: soy la que siempre triunfa en
el cielo y en la tierra.
En realidad, todo le fue a pedir de
boca: había vencido a la reina que pretendió humillarla, había recuperado a su
amado Tamuz, y también sus alhajas, y ahora, podía cantar su himno de victoria.
LA LLEGADA DEL INVIERNO Y DE LOS
MESES TRISTES:
Con todo, no se desciende
impunemente al reino de los muertos: Ishtar se dio cuenta de ello más
tarde, cuando vio que todos los años Tamuz, cual si hubiese quedado en él una
maléfica atracción hacia las tinieblas donde había caído, en un momento determinado,
tenía que descender otra vez a las mansiones infernales, y ella se veía
obligada a seguirlo cada vez a la oscura morada y libertarlo si quería
continuar promoviendo sobre la tierra, junto con él, el amor y la continuidad
de la vida.
No es difícil reconocer
en esta fábula el mito de la primavera: Tamuz es la lozanía estival que todos
los años se amodorra en el sueño invernal y todos los años despierta con la
nueva estación. Casi todos los pueblos han imaginado un mito de este género, no
tanto para explicarse la alternancia de las estaciones, como para glorificarla
en una interpretación poética, a través de la cual, sienten y tratan de
expresar el misterio y el milagro de la Naturaleza.
LA INFLUENCIA DEL
MITO, EN EL PUEBLO DE ISRAEL:
Un pasaje de las
Sagradas Escrituras muestra como la influencia de este mito penetró en el
pueblo de Israel. Aparece en Ezequiel. El relato aparece en el libro de
Ezequiel, capítulo 8. Acá Dios está mostrándole a Ezequiel las abominaciones
que comete el pueblo, entre ellos varones ancianos de la casa de Israel.
En el caso que
mencionamos, se trata de mujeres judías que lloran desconsoladamente la “muerte
de Tamuz”. Recordemos que en el mito, Tamuz baja a los infiernos cada 6 meses
y, el tiempo que tarda Ishtar en rescatarle es precisamente 6 meses, el tiempo
que demora el otoño y el invierno. Es
decir, la llegada de los meses tristes es, precisamente, el tiempo cuando Tamuz
muere.
Las mujeres de Israel cayeron en este terrible pecado de
idolatría, por la influencia de la babilonia que se implantó en la tierra que,
sin duda, se mantiene aún en la tierra.
EL LUTO POR TAMUZ, ES DECIR EL CULTO A LA PROSPERIDAD,
EXISTIÓ DESDE LA ANTIGÜEDAD:
En Babilonia, se estableció el mes Tammuz en honor al
dios epónimo, quien surgió como un dios pastor sumerio, Dumuzid o DUmizi,
esposo de Inanna y, en su forma acadia, de Ishtar. Joseph Campbell entre otros,
considera que el levantino Adonis ("señor"), que fue incluido en el
panteón griego, es un equivalente de Tammuz, hijo y consorte.
Comenzando con el solsticio de verano, llegaba una época
de luto en el antiguo oriente próximo, así como en el Egeo: los babilonios
señalaban la disminución de horas diurnas como el inicio del mortal calor y
sequía veraniegos con un "funeral" de seis días al dios.
Descubrimientos recientes lo reconfirman como un dios anual de
vida-muerte-renacimiento: las tablillas descubiertas en 1963 muestran que
Dumuzi (Tamuz), se encerraba a sí mismo en el inframundo para asegurar la
liberación de Ishtar, aunque las líneas finales recuperadas revelan que revive
seis meses al año.
En la práctica de su culto, el fallecido Tammuz era
ampliamente llorado en el antiguo oriente próximo. Harran y Biblos, entre
otros, son sitios asociados al lugar de su muerte. Una tablilla sumeria de
Nippur (Ni 4486) dice:
Ella puede hacer el
lamento para ti, mi Dumuzid, el lamento para ti, el lamento, la lamentación,
alcanza el desierto - ella puede hacer que alcance la casa Arali; ella puede
hacer que alcance Bad-tibira; ella puede hacer que alcance Dul-šuba; ella puede
hacer que alcance el campo de pastoreo, el redil de Dumuzid.
"Oh Dumuzid de
la boca cortés, de los ojos siempre amables", solloza entre lágrimas,
"oh tú de la boca cortés, de los ojos siempre amables", solloza entre
lágrimas. "Muchacho, marido, señor, dulce como el dátil, [...] ¡Oh
Dumuzid!", solloza entre lágrimas.
Por estos acontecimientos desconocidos
para la mayoría, se ha escrito el Evangelio Eterno, para dar a conocer
toda la obra malvada de los satanes, quienes han procurado ocultar al DIOS
ÚNICO Y VERDADERO, a través de sus fábulas, recreadas en los dioses falsos que,
no son otra cosa, sino una representación grotesca y fracasada de las
aspiraciones de los satanes a ser adorados.
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