EL EVANGELIO ETERNO - CLASE 15 - EL CULTO AL SOL

 


Continuamos en el Evangelio Eterno, estudiando la influencia que los satanes primeramente y, luego sus hijos, desencadenaron en este mundo, con la intención de que las gentes olvidaran a Dios. Para ello, crearon un sistema religioso, fundamentado en la adoración a los astros (que luego derivó en la astrología), teniendo al sol como principal protagonista y la luna en segundo orden.

Hoy presentamos una recopilación de interesantes artículos, disponibles en la Internet, que hablan de la historia de este culto.

El Papa y el simbolismo de culto al dios sol

El Sol ha sido considerado desde la antigüedad objeto de culto. Algunos pueblos lo han considerado como un dios u otra categoría de divinidad. Los fenómenos de eclipses, solsticios, equinoccios y similares han tenido para muchos pueblos significados religiosos, transmitiéndose de generación en generación.

La iglesia romana incluye el culto al dios sol. Por ejemplo, el Papa en sus constantes intervenciones, se muestra usando el simbolismo solar. Por ello, este estudio con relación al solo como deidad al cual se le rinde culto, no debe ser menospreciado.



EL CULTO AL SOL A TRAVÉS DE LOS SÍMBOLOS PATRIOS: El culto al sol se muestra, abiertamente, a través de las banderas nacionales. Veamos algunas de ellas.


Japón.                                                              



China


 

 

Uruguay y Argentina                                       




Variados

 

 CULTO AL SOL A TRAVÉS DE LOS AÑOS:

Entre los diferentes ritos que ha inspirado el Sol, nos encontramos con:

v  Los sacerdotes de los incas, recitaban las oraciones de saludo para el día del equinoccio de primavera, considerado el comienzo del año. Además, se consideraban hijos del Sol.

v  En el antiguo Egipto aparece el Sol u Osiris irradiando unos rayos beneficiosos, que son representados por pequeñas manos que llevan los símbolos de la vida y la fecundidad. Crearon la Ciudad del Sol en su honor, donde había un templo.

v  Los fenicios también divinizaron al Sol, edificando en la ciudad de Tiro un santuario al astro.

v  Entre los etíopes se conservaba la “Tabla del Sol”, una piedra grabada en la que se recordaba el culto que se le daba al Sol. También se consideraban descendientes de él.

v  Los soberanos de los antiguos pueblos chinos se consideraban hijos del Sol, y les pedía que protegiese sus fortunas, teniendo como color heráldico el amarillo, representante de la luz del Sol.

v  En la India, el Sol es considerado el “ojo del cielo” u “ojo de Mitra y de Varuna”. Es el ojo que todo lo ve. En los santuarios dedicados a él se le da mucha importancia a la orientación del templo respecto al curso del astro. Se consideraba que los puntos cardinales influenciaban de alguna manera, el este y el sur tenía influencia  positiva; el oeste y el norte, negativas.

v  Para muchos pueblos indoeuropeos y celtas, sus ceremonias se caracterizaban por la presencia del fuego y sacrificios de sangre. Estas ceremonias se hacían para nutrir al Sol naciente y pudiera alcanzar el punto más alto en el cielo.

v  Los campesinos gallegos cantaban un himno llamado “Alborada” al Sol de la primavera, y los de Asturias ensalzaban al sol estival con los ritos de las hogueras de San Juan y con la canción llamada “Trébole”.

v  En el mundo romano, se veneró al Sol el primer día de la semana: el Dies Solis, transformado, tras la llegada del cristianismo en dies Domini, es decir, domingo. Sin embargo, las lenguas anglosajonas conservan el significado primitivo, es decir, día del sol: Sonntag, en alemán y Sunday , en inglés.

v  Las mujeres maoríes de Nueva Zelanda realizaban un rito de fecundidad que consistía en abrazar a un tronco de árbol por la parte del sol naciente si quería un varón., y por la parte del sol poniente si quería una niña.

En la actualidad los solsticios de verano y de invierno se festejan cada vez más. En cada solsticio de verano, en Stonehenge, se celebran festivales y se reúnen mucha gente en ese lugar. En España la fiesta de San Juan se celebra como el solsticio de verano. Para ello se rinde culto al fuego.

EL SOL ADORADO DESDE SIEMPRE:

EN LA RELIGIÓN EGIPCIA

La cosmogonía[1] egipcia es una colección de creencias antiguas relacionadas con la creación y el origen del universo. Según éstas, el universo estaba originalmente lleno de un océano primario e inmóvil llamado Nu (caos), a partir del cual surgieron la tierra y el agua.

Sobre el origen del dios sol y otros dioses celestes, existían un gran número de mitos, que describían el cielo como el océano por donde viajaban, en barcos, el sol, la luna y las estrellas. La aparición del sol por las mañanas se explicaba por la existencia de un río subterráneo, por donde el sol atravesaba de noche el bajo mundo. En la más famosa de las tres tradiciones cosmogónicas principales, la de Heliópolis, en el Bajo Egipto, Atum emergió de los desperdicios de Nu y descansó en la colina original. En el año 2300 a.C., Atum se relacionó con Ra, el dios sol, como símbolo del advenimiento de la luz en oscuridad de Nu. Atum dio existencia a la primera pareja divina: Shu (el aire seco) y Tefnut (la humedad). Según la tradición, Atum es separado de Shu y Tefnut. Pero en su reencuentro, al llorar de alegría, sus lágrimas se transformaron en el hombre.

En el Alto Egipto (Hermópolis) emergen ocho deidades de Nu, las que crearon una flor de loto (que flotaba en las aguas de Un), de la cual surgió el dios sol, Ra.

La creación, es el resultado de la voluntad del dios sol, al nacer como un niño entre los pétalos de un loto. A este mito corresponde la ofrenda, en los templos, de un loto de oro que evoca el cotidiano regreso de la luz y una creación recomenzada.

En el transcurso del tiempo, muchos dioses se convirtieron en dioses Sol bajo las formas de Amon-Ra y Khnum-Ra, entre otros; lo cual significaba el reconocimiento, en cada uno de ellos, de la fuerza creadora del sol. Osiris es, por ejemplo, el dios de la eterna renovación.

En la religión sumeria también aparece el dios Ud o Utu, "luz", ocupando un lugar central, como el dispensador de toda posibilidad de vida. El sol es también (al igual que en la religión hitita), un elemento fundamental de la alegría de vivir y, de la fuerza vital de la naturaleza. El hombre busca el amparo de la claridad del Sol, siempre en lucha con la oscuridad y los poderes malignos que en ella se ocultan.

EL SOL EN LAS RELIGIONES MESOAMERICANAS

Desde su infancia, el mexicano oía decir que había venido al mundo para dar su corazón y su sangre a "nuestra madre y nuestro padre: la Tierra y el Sol" (intonan intota tlaltecuhtli tonatiah). 1 Sabe que si muere sacrificado lo espera una eternidad grandiosa, primero al lado del dios solar y más tarde reencarnando, bajo la forma de un colibrí.

Para los aztecas, el sol es un dios que se ha sacrificado, que ha querido morir para renacer eternamente. Los sacrificios que realizaban los aztecas con exaltación y esperanza constituían un deber cósmico: el sol sólo se elevaría, la lluvia sólo descendería, el maíz sólo surgiría de la tierra y el tiempo sólo proseguiría su curso si se consumaban los sacrificios. La sangre de los hombres era la fuerza vital del sol. Así, Huitzilopochtli (el Sol grande y duro de mediodía) se anuncia, en el himno ritual que le está dedicado, con el grito "yo soy el que ha hecho salir el Sol".

Huitzilopochtli es el dios de los nómadas, de los guerreros y de los cazadores que vinieron de las estepas desérticas. Promete, a los que lo siguen, la muerte violenta del sacrificio y la alegría del cortejo solar.

Los aztecas se consideraban "el pueblo del Sol"; su deber consistía en hacer la guerra cósmica, para dar al Sol su alimento. El bienestar y, la supervivencia misma del universo, dependía de las ofrendas de sangre y de corazones al Sol.

La salida cotidiana del sol, se iniciaba desde la media noche y, al amanecer, lo escoltaba un deslumbrante séquito, integrado por los espíritus corporizados de los guerreros muertos en combate. A mediodía, el cadáver del Sol era conducido por el correspondiente séquito de las mujeres muertas en el parto, a la manera de los guerreros combatientes, y así al infinito el drama de la muerte y la resurrección.

En un ciclo de vida más amplio, consideraban al sol en el curso de un año, lo imaginaban moviéndose por el cielo de sur a norte y de norte a sur. Esto se ha considerado como un reflejo de su conocimiento acerca de los solsticios y los equinoccios.

Los astrónomos mesoamericanos colocaron al Sol en la más alta jerarquía del cielo, como el máximo dispensador de bienes a la Tierra y al hombre. Lo representaban en forma de disco y hablaban de su muerte diaria, aunque siempre supieron que era el mismo que aparecía todas las mañanas. Los pueblos del altiplano situaban, en sus cosmogonías, la creación del sol en Teotihuacan. El sentido astronómico del sol, lo conservaron los quichés en su libro sagrado, el Popol Vuh: "Cuando sólo el cielo existía, y los dioses mismos estaban en una claridad deslumbrante [...] sólo la luz se mostraba en lo increado."

EL SOL EN LA MITOLOGÍA INCAICA:

La mitología incaica es el universo de leyendas y memoria colectiva del Imperio de los Hijos del Sol que tuvo lugar en los actuales territorios de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina, incorporando en primera instancia, de manera sistemática, los territorios de la sierra central de Perú hacia el norte.

La mitología inca tuvo éxito por la influencia política, comercial y militar, antes de la conquista de los territorios al sur y norte del Cuzco, que más tarde diera comienzo al naciente imperio. La identidad de los pueblos quechuas en el Perú y Bolivia; y los quichuas (kichwa) en el Ecuador; comparten esta percepción espacial y religiosa que los une por su deidad más significativa: el dios sol Inti.

La mitología inca se nutría de una serie de leyendas y mitos propios de su etnia, que sustentó la religión panteísta del Imperio inca, centralizada en Cusco.

A sus dioses, el pueblo inca les rendía culto, al igual que en otras religiones. Algunos nombres de dioses se repetían o eran llamados de igual forma en distintas provincias del pueblo inca. Más tarde, todos estos dioses se unificaron y formaron el que se denomina verdadero panteón inca de divinidades.

Lo aplicado por la cosmogonía inca, en el ámbito de las creencias debe ser considerado como uno de los instrumentos más importantes utilizados en el proceso de la formación de su imperio a la par de las transformaciones económicas, sociales y de la administración.

EL SIMBOLISMO DEL SOL EN LAS MITOLOGÍAS ORIENTALES DE LA ANTIGÜEDAD

El simbolismo del sol es tan polivalente como profusa es la realidad solar en contradicciones. Si no es el mismo (en ocasiones, aparece como mediador entre la deidad suprema y los seres humanos) el astro rey es para las grandes culturas orientales de la Antigüedad una expresión de la divinidad. En Egipto, las principales deidades solares fueron: Ra, Atum, Amón y Horus. El dios solar por excelencia de los pueblos mesopotámicos fue Shamash.

El astro rey fue una divinidad importante para los pueblos indoeuropeos: Sûrya, Mitra, Sol invictus, Helios, etc. En el panteón shintoísta, nos encontramos con Ama-tesaru Ômi-kami, “la gran diosa que ilumina el cielo”. Y en China se conocen diversas deidades que simbolizan el Sol: «Hubo, pues, un tiempo en que los soles eran diez. Colgaban de la Morera solar, la Fu-sang, y se iban turnando en su aparición, de manera que había nueve soles colgados de las ramas inferiores del árbol y uno en la rama superior (Chan-hai king). Pero sucedió que aparecieron un día todos a la vez, de modo que los seres corrían el riesgo de quedar asados. Fue Yi el arquero quien salvó al mundo abatiendo nueve de los diez soles [...] Después de la hazaña de Yi, no queda más que un sol.

En las fases tempranas del pensamiento de la India, el sol aparece a veces como una manifestación de la divinidad. En el Rig Veda (X,170,4) leemos: «Resplandeciente por (tu) luz, tú, oh Sol, has venido hasta la zona brillante del cielo, por quien todos estos seres (han sido) traídos, (por ti que eres) responsable de toda acción, poseedor de toda divinidad».

En la Bhagavad Gîtâ (XI,12), el dios Krishna se revela a Arjuna bajo su verdadera forma, que es esencialmente una forma ígnea, lo siguiente: «Si en el cielo surgiese de repente el esplendor de un millar de soles, sería semejante al esplendor de este inmenso Ser». «Te veo con diadema, maza y disco, haz de fuego esplendente por doquiera, difícil de contemplar, hacia todos lados con el esplendor del sol, del ardiente fuego, inconmensurable» (XII,17). «Te veo sin principio ni medio ni fin, con fuerza ilimitada, con infinitos brazos, teniendo como ojos al sol y a la luna, teniendo como rostro al ardiente fuego, calentando con tu esplendor al universo entero» (XII,19).

 La Brihadâranyaka Upanishad (2.5,5) señala: «El sol es la miel de todos los seres; todos los seres son la miel del sol. Aquel ser hecho de luz y de inmortalidad que está en el sol y, en el plano individual, aquel ser hecho de luz y de inmortalidad que está en la vista, aquellos son el Âtman, lo inmortal, Brahman, todo esto». Finalmente, la Chandogya Upanishad (3.17,7) cita dos versos extraídos del Rig Veda (VIII,6,30 y I,50,10) que aluden a Sûrya, el 1 Y. Bonnefoy (dir.), Diccionario de las mitologías, Destino, vol. V, Barcelona, 2000, p. 455. 2 Véase L.P. Pandey, Sun-worship in ancient India, Motilal Banarsidass, Delhi, 1971. REVISTA DE HUMANIDADES “CUADERNOS DEL MARQUÉS DE SAN ADRIÁN” dios solar, y que se aplican aquí, con sentido místico, a Brahman, simbolizado precisamente por el astro rey: «Ven la luz matinal del antiguo germen, que se enciende más allá del cielo. Saliendo de la tiniebla, contemplando la luz superior, hemos llegado a donde Sûrya, el dios entre los dioses, la Luz Suprema».

 

En estudios posteriores, continuaremos con este interesante tema.



[1] Ciencia o sistema que trata del origen y la evolución del universo.

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