EL EVANGELIO ETERNO . Lección 21: Los descendientes de Jafet
EL EVANGELIO ETERNO
Es Eterno porque es desde Siempre
y para siempre
LECCIÓN 21
Articulo tomado de ARTHUR
C. CUSTANCE, M.A., Ph.D.
Miembro de la Afiliación Científica American
Miembro de la Asociación Americana de Antropología
Miembro del Real Instituto de Antropología
Título: EL ORIGEN DE LAS
NACIONES
ESTUDIO DE LOS NOMBRES EN GÉNESIS 10
La familia de Jafet
LA GRAN mayoría de los que lean este capítulo formarán
parte de la familia indoeuropea de naciones, de quienes se puede demostrar que
el «padre» fue Jafet. Por ello, es nuestra intención pasar más tiempo siguiendo
a los descendientes de Jafet que a los de Cam o Sem, en parte porque, como
resultado de los trabajos de otros en el pasado, tenemos una información
considerablemente mayor acerca de esta línea en particular, y en parte porque
lo que se puede decir acerca de los camitas y semitas no es solo menos en
cantidad, sino que tiene quizá menos interés intrínseco para la mayoría de
nosotros. Sin embargo, hay ciertas secciones de la línea camítica que estudiaremos
de manera algo más atenta porque arrojan luz sobre la cuestión de si esta Tabla
de Naciones es verdaderamente inclusiva o meramente selectiva, de si abarca a
toda la humanidad o solo a una porción representativa.
Jafet:
Para empezar, es cosa bien sabida que el nombre de Jafet
ha quedado preservado en ambas ramas de la familia aria, que se escindió en
época muy temprana en dos divisiones principales y que se asentó en Europa y en
la India. Los griegos, por ejemplo, se remontan a sí mismos a Japeto, nombre
que es indudablemente el mismo, y que, cosa significativa, en griego no
significa nada. En cambio, sí que tiene significado en hebreo. En la obra Las
nubes, de Aristófanes, se hace referencia a Iapetos como uno de los titanes y
padre de Atlas. Los griegos lo consideraban no meramente como el propio
antecesor de ellos sino como el padre de la raza humana.
Según la tradición de ellos, Urano y Gea (esto es, el
cielo y la tierra) tuvieron seis hijos y seis hijas, pero de esta familia solo
uno de ellos, llamado Japeto, tuvo descendencia humana. Se casó con Clímene,
hija de Océano, que le dio un hijo llamado Prometeo y otros tres hijos.
Prometeo engendró a Deucalión, el Noé de los griegos, y Deucalión engendró a
Heleno, considerado el padre de los helenos o griegos. Si pasamos algo más
adelante, veremos que Heleno mismo tuvo un nieto llamado Ión, y en la poesía de
Homero los griegos se designan de forma común como jonios.
Al mismo tiempo, la rama india de esta familia aria
también se remontaba al mismo nombre. En el relato indio del diluvio se conoce
a Noé como Satyaurata; este tuvo tres hijos, el mayor de los cuales se llamaba
Jyapeti. Los otros dos se llamaban Sharma y C’harma (¿Sem y Cam?). Al primero
le asignó todas las regiones al norte del Himalaya, y a Sharma le dio el país
del sur. Pero a C’harma lo maldijo, porque cuando en una ocasión en que el
viejo monarca quedó accidentalmente embriagado con un licor fuerte hecho de
arroz fermentado, C’harma se había reído de él.
Habiendo llegado a este punto, podemos hacer otras dos
breves observaciones. La primera es que los griegos recordaban a tres hermanos,
porque Homero pone estas palabras en boca de Poseidón: “Tres somos los hermanos
nacidos de Rea y de Cronos: Zeus, yo y el tercero Hades, que reina en los
infiernos. El universo se dividió en tres partes para que cada cual imperase en
la suya.
El segundo es que,
en el primitivo idioma ario, el título Djapatischta significa «cabeza de la
raza», título este que se parece sospechosamente a una corrupción de la forma
original del nombre «Jafet». Aparte de estas pocas noticias, es poco lo que
sabemos de Jafet, excepto que en hebreo su nombre significa probablemente
«rubio».
Pero de sus hijos sabemos mucho más. Se da una lista de
ellos en Génesis 10 como Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tiras.
Gomer
Considerado desde una perspectiva etnológica[i],
parece que Gomer fue con mucho el más importante de los hijos. A juzgar por
historiadores antiguos como Herodoto, Estrabón y Plutarco, la familia de Gomer
se estableció al principio al norte del Mar Negro, dando su nombre en una forma
ligeramente modificada al distrito conocido como Cimeria, luego abreviado a
Crimea (los árabes, por una transposición de letras, le han dado el nombre de
Krim).
Este grupo humano parece haberse multiplicado rápidamente
hacia el oeste, pero una porción considerable de esta antigua familia fue
expulsada por los escitas y se refugió en Asia Menor durante el siglo 7 a.C. Su
historia subsiguiente es conocida hasta cierto detalle gracias a los registros
asirios, donde aparecen como los Kimirraa, nombre con el que ya eran conocidos
en tiempos de Homero.
Junto con los Minni, los medos, el pueblo de Sefarad y
otras poblaciones cuyos territorios habían ya sido conquistados, atacaron la
frontera septentrional del Imperio Asirio. Pero en 677 a.C., su caudillo,
Teupsa, fue derrotado por Esarhadón, y algunos fueron arrojados hacia el este,
donde invadieron el viejo Reino de los Elippi y, según algunos, edificaron
Ecbatana.
Otros volvieron a dirigirse hacia el oeste, entrando de
nuevo en Asia Menor, donde saquearon Sinope y Antandros (que poseyeron durante
unos cien años), y finalmente invadieron Lidia. El rey de Lidia, el famoso
Giges (687–653), envió a pedir ayuda a Nínive, pero murió en batalla antes que
llegase ninguna ayuda, y su capital, Sardis, fue tomada por el ejército
invasor. El sucesor de Giges, Ardis, pudo exterminar o echar a la mayoría de
ellos del país. Parece quedar una reminiscencia de su breve dominio sobre la
región por el hecho de que los armenios designaban a Capadocia como Gamir,
aunque no es seguro de si con este nombre designaban a la tierra o meramente a
los habitantes. Eusebio, refiriéndose a Gomer, dice, «de donde proceden los
capadocios».
Algunos de la tribu de Gomer o bien permanecieron en el
país, o bien volvieron subsiguientemente, y otros fueron al oeste hasta tan
lejos como Francia y España —y posteriormente hasta las Islas Británicas, como
veremos. Según Josefo, la rama que volvió a Asia Menor llegó a ser conocida
como los gálatas. Se puede observar que aunque la forma «Galacia» parece estar
muy alejada de «Gomer», es posible sin embargo derivarla de la forma más
antigua del nombre.
La consonante media de palabra, GoMeR puede ser fácilmente
sustituida por una W o una U, de modo que G‑M‑R puede
transformarse en G‑W‑R o G‑U‑R. Es posible que el antiguo lugar conocido como Tepe
Gawra sea una reminiscencia de una de estas formas. Puede luego haber un cambio
adicional con la sustitución de la L en lugar
de la R terminal. Esta sustitución es muy común y puede observarse, por
ejemplo, donde castrum en latín pasa a ser «castillo» en castellano.
Así, tenemos la siguiente serie: La transformación de G‑M‑R a G‑U‑R que luego
deviene G‑U‑L. Esta última forma se observa como la más familiar Gaul
(Galia), donde, como se recordará, se establecieron algunos de los
descendientes de Gomer. Y la relación entre los galos, los gálatas y los celtas
está bien establecida históricamente.
Desde luego, según Haydn, los galos eran designados
Galati o Celtae por los romanos. Además, los historiadores romanos aseveran que
este pueblo procedía originalmente de Asia Menor y que se esparció por toda
Europa —en España (Galicia), en Francia (Galia) y en Gran Bretaña (los celtas).
Tenemos a continuación que muchos gomeritas eran los
agitados «bárbaros» contra los que tuvieron que defenderse los asirios, y que
luego se ofrecieron como mercenarios que, tras recibir su paga, se instalaron
como granjeros en la zona de Asia Menor conocida como Galacia.
En su consideración de la Epístola de Pablo a los
Gálatas, el deán Farrar observa lo siguiente: Se tiene que considerar como cosa
cierta que los gálatas eran celtas, y no solo celtas, sino celtas címricos[ii].
Cada rasgo de
su carácter, cada fenómeno establecido de su lenguaje, cada hecho contrastado
de su historia, demuestra más allá de toda duda que los gálatas o galos eran
celtas; y con toda probabilidad las designaciones de gálatas y celtas sean
etimológicamente idénticas.
Kalisch los
identifica con los Chomari, una nación en Bactriana cerca del río Oxus,
mencionada por Tolomeo.[40]
Que este grupo humano sea conocido no meramente como
celtas, sino como celtas címricos, es una hermosa ilustración de cómo puede
llegar a persistir un nombre antiguo, porque el término «címrico» (sin su
terminación patronímica, C‑M‑R) no es otra cosa que la forma más antigua «Gomer» muy ligeramente modificada. Esta forma modificada sigue
con nosotros en el distrito de Inglaterra conocido como Cumberland. Una vez más
tenemos una ligera variación del nombre original por la introducción de la
consonante B, de modo que la tierra de Gomer, «Gomer-land», deviene Cumberland.
Para quien no esté familiarizado con cambios etimológicos, la introducción de
la B puede parecer extraña, pero no es en absoluto desusada, y se puede
encontrar, por ejemplo, en el paso de la forma latina numerus a «nombre» en
catalán (número), o «number» en inglés.
Parece que los descendientes de Gomer eran un grupo
humano agitado, generalmente en movimiento y sumamente belicosos. Allí donde se
establecían, tendían a constituir una especie de aristocracia militar, y cuando
emprendían la marcha, difícilmente se les podía detener. En 390 a.C. fueron
estos los nómadas que aparecieron en las cercanías de Roma y que saquearon la
ciudad. Mientras, en Italia fueron designados como los umbros, nombre en el que
de nuevo discernimos la forma original «Gomer», aunque aquí la gutural inicial
fue posiblemente sustituida por una H aspirada, y luego abandonada del todo,
mientras que la B se insertó exactamente de la misma forma que hemos observado
en la palabra «Cumberland».
Pero el registro no está todavía completo, porque Irlanda
fue conocida en la antigüedad como Hibernia, y el Mar de Irlanda como el
Hibernicus. Hibernia ha cambiado la gutural inicial con una H, y la M se ha
transformado en V, lo mismo que el término Hibernicus. Estos son cambios
comúnmente observados dentro de la familia de lenguas indoeuropeas. Por
ejemplo, la simple forma «Paul» aparece en castellano como Pablo. También en la
versión griega Septuaginta de Génesis 10:28 el Ebal hebreo aparece como Eual. Y
Nicolaus aparece en el libro hebreo de oraciones (Aboda Zara) como Nicholabus.
Así, los hijos de Gomer y sus descendientes entraron
profundamente en Europa, donde, a pesar de su separación tanto en el tiempo
como en el espacio, el nombre de su antiguo antecesor quedó preservado entre
ellos. Desde luego, es incluso posible que el mismo nombre de Germania
(Alemania) nos preserve el nombre de Gomer en una forma ligeramente cambiada,
aunque la aseveración hecha por ciertos historiadores alemanes de que los
teutones representen la línea gomérica pura (aseveración que según ellos
explica la naturaleza guerrera del pueblo alemán) es muy improbable, y es
contradicha por prácticamente todos los etnólogos modernos.
Solo para completar el registro, se puede observar
adicionalmente que los galeses se designan a sí mismos como Cymri, y que en
Dinamarca encontramos un puerto que originalmente se llamaba Cimbrishavn, y que
para nosotros sería el Puerto de Cimbri. Jutlandia era también conocida como
Chersonesus Cimbrica. Parece que apenas si se encuentra alguna parte de Europa
que no fuese, en uno u otro tiempo, ocupada por los descendientes de Gomer, y
algunas regiones —de manera destacada Francia y las Islas Británicas— fueron en
el pasado habitadas por un pueblo homogéneo que hablaba una lengua parecida al
moderno cúmbrico.
Askenaz
Son numerosas y diversas las identificaciones del grupo
humano que descendió de Askenaz, hijo de Gomer. Por ejemplo, Sayce se sentía
inclinado a creer que debido a que este nombre se encuentra en conjunción con
Ararat y Mini (Jeremías 51:27), se deberían identificar con los Asguza de los
monumentos asirios.
Maspero mantenía que se tenían que identificar con los
antiguos escitas. Casi sin excepción, los comentaristas concuerdan en que se
tienen que situar al norte del Creciente Fértil que rodea a Palestina y
Mesopotamia. Observan ellos que siguen existiendo reminiscencias del nombre
Askenaz en el Lago Ascanio y en un grupo humano de la vecindad que se conocía
como los Ascani.
Este grupo humano estaba establecido en la provincia de
Frigia y parece que los menciona Homero en la Ilíada (Libro II, 2, 863 y 13,
793). Peake menciona dos lagos y un río en el distrito que llevan el antiguo
nombre en formas modificadas, y observa que Asken sigue apareciendo en la
actualidad como nombre propio armenio. Uno de estos dos lagos en la región
oriental de Bitinia cerca de Nicea aparece mencionado por Estrabón (véase 7,
389), y se le conoce actualmente como el Lago Iznik —una forma degenerada de
Askenaz, en la que ha tenido lugar una inversión.
En Bitinia, en las costas del Mar de Mármara, hubo un
Lago Ascanio; en el sudoeste de Frigia existe otro lago con un nombre similar;
y a mitad de camino entre ellos se encontraba Troas, en cuya familia real
encontramos, en tiempos de la Guerra de Troya, a un príncipe llamado Ascanio. Es
posible que en ellos también encontremos reflejados el nombre de Askenaz.
Al irse desplazando hacia el norte, los descendientes de
Askenaz se encontraron con los descendientes de Tiras (los tracios, según los
identifica Josefo) que ya ocupaban las llanuras de Tracia, con una especie de
retaguardia en Bitinia, si debemos juzgar por las alusiones en Herodoto y
Estrabón. Esta circunstancia contribuyó probablemente a que emprendieran un
camino más septentrional hacia la región centro-occidental de Rusia, en lugar
de seguir a Gomer hacia el oeste y adentro de Europa, llegando a su tiempo a lo
que ahora es Alemania.
Los comentaristas judíos suelen asociar a Askenaz con los
alemanes, probablemente de forma justificada. Al multiplicarse allí, pasaron al
norte a Ascania, que, junto con las islas de Dinamarca, pasó a ser conocida por
los escritores latinos posteriores como las «Islas de Scandia» —Escandinavia.
La introducción de una D epentética entró en la forma de Ascania de una forma
muy parecida a la que el término latino tenere se transforma al francés como
tendre.
Es curioso cómo alguna forma del nombre Askenaz se ha
preservado en esta área a lo largo de la historia. Los habitantes del antiguo
estado de Dessau han reivindicado a lo largo de la historia su descendencia de
Askenaz, y uno de sus gobernantes en el siglo 12, que durante un tiempo poseyó
los estados sajones de Enrique el León (fundador de la Casa de Brunswick),
añadió a su nombre de pila Bernardo el de Ascanio, declarando que sus
antecesores habían venido del Lago Ascanio en Bitinia.
Mientras, lejos de allí, en las fronteras septentrionales
de Media, una retaguardia de la misma familia se mantuvo atrás. Estos pueblos
eran aliados de sus vecinos, los medos, y causaron muchos problemas a Esarhadón
de Asiria. En la época clásica habitaron cerca de Rhages, que según Josefo era
una ciudad de una cierta magnitud, cerca del centro de la costa meridional del
Mar Caspio.
En aquel punto arranca una cadena de montes que se dirige
hacia el este a lo largo de la costa y más allá de la misma, y que forma un
límite natural del territorio de los bactrianos y de los sakis. Esta cordillera
la menciona Amiano Marcelino (bibliotecario e historiador del emperador
Juliano, que escribió alrededor del 350 d.C.) con el nombre de los Montes
Ascanimianos.
Estas tribus
bárbaras, a las que Estrabón designa como los Sakis, consiguieron ocupar
Bactriana a un lado del Caspio, y ocuparon los mejores distritos de Armenia al
otro. Estos territorios ocupados «recibieron de ellos el nombre de Sakasene»,
según nos cuenta Estrabón.
Así, conocemos acerca de una cadena de montes llamada en
tiempos clásicos los Ascanimianos, alrededor de los cuales vivían descendientes
de Askenaz. Al comienzo de la era cristiana, un poco al norte de ellos, y separados
del vecino reino de Armenia y justo al sur de los Montes Caucásicos, había un
país llamado Sakasene. Es casi seguro que este pueblo, los sakasenoi, eran
también descendientes de Askenaz.
Y parece que algún tiempo después del inicio de la era
cristiana, una oleada de esta familia de Askenaz, que se llamaban sakasenoi, o
de forma más breve, sachsen, emprendieron camino al norte a través de las
Puertas del Caspio a la Escitia europea, y de allí pasaron adelante con la
oleada de sus parientes germánicos, los godos, al norte de Europa, donde el
país que ellos ocuparon recibió el simple título de «Sachsen».
Cuando Tácito, escribiendo alrededor del 100 d.C., da una
lista de los pueblos germánicos en su propio tiempo (aunque incluía en su
relato a Dinamarca y a Suecia, donde, dice él, habitaban los cymbri, y también
incluyó a los angli), no hizo mención en absoluto de los sachsen o, como
nosotros los conocemos más familiarmente, sajones. Este grupo humano aparece en
la historia por vez primera tras la designación de Caransio, alrededor del 280
d.C., para vigilar las costas orientales de Gran Bretaña contra los piratas,
cuando recibió el título de «Conde de la Costa Sajona».
Así, podemos aceptar que Askenaz, nieto de Jafet, dio
origen a un gran componente de los primeros pobladores de Alemania y
Escandinavia, y que en su camino dejó muchos memoriales del nombre ancestral,
además de proporcionarnos una tribu que jugó un destacado papel en la historia de
Inglaterra.
Rifat
Parece que se ha descubierto poco que se pudiera
relacionar con el nombre de este hijo de Gomer. Se han hecho diversas
propuestas para algunos distritos en Asia Menor. El doctor J. Pye Smith
sugiere, por ejemplo, Rifou al este del Mar Negro y los Montes Rifeanos
mencionados en las antiguas geografías por Estrabón, Virgilio, Plinio y otros.
C. R. Conder menciona un pueblo que habitaba al este del
Mar Negro llamado los Rhibii. También sugiere a los rifaenos que posteriormente
fueron conocidos como los raflagonianos, a los que Josefo identifica como
descendientes de Rifat. En la obra Popular and Critical Biblical Encyclopedia,
el primer mapa al final del volumen 3 muestra el mundo antiguo y la supuesta
posición de los descendientes de Noé.
No hay otra autoridad detrás de este mapa que ciertas
suposiciones basadas en un examen inteligente de la evidencia bíblica, pero se
puede observar que el centro de Europa está ocupado por Rifat. La conjunción de
la palabra «Europa» con el nombre «Rifat» suscitó la cuestión de si pudiera
haber alguna relación entre ambos términos.
El nombre Europa se deriva generalmente de la leyenda de
Europa, pero por cuanto los diccionarios de mitología clásica reconocen que la
etimología de Europus es incierta, queda en pie la posibilidad de que, si nos
remontásemos lo suficientemente en el pasado, pudiéramos descubrir que el
nombre era originalmente Rifat. Se ha presentado otra sugerencia, que el nombre
reaparece en la designación «Cárpatos». También hay los Cárpatos llamados Alpes
Bastárnicos, que separan Dacia de Sarmacia.
Togarma
El pueblo designado como Togarma, otro hijo de Gomer, se
menciona dos veces en Ezequiel. Leemos acerca de este pueblo en las ferias de
Tiro, donde comerciaba con caballos y mulos (Ezequiel 27:14), y más adelante en
la campaña con Gomer en la tierra de Israel (Ezequiel 38:6). Ninguno de ambos
pasajes ayuda demasiado en la identificación de su tierra, pero ambos
concuerdan con la hipótesis de que el pueblo mencionado son los antiguos
habitantes de Armenia. Y esto tiene algún apoyo procedente de la tradición
nacional y de la teoría basada en la etimología. Las tradiciones armenias
consideran como su propio antecesor a un hombre llamado Hiak, que, dicen ellos,
era «hijo de Targom, un nieto de Noé».
A causa de una inversión de las letras, los armenios
llegaron a ser conocidos como la Casa de Targom, y los escritores judíos se
refieren frecuentemente a los turcos como Togarma. Se debería observar también
que el Mar Negro, al noroeste de Armenia, era a veces designado como Togarma.
Estrabón parece haber dado por supuesto que aquí se
trataba de los armenios, y Herodoto los menciona en relación con la crianza de
caballos. Josefo dice que Togarma es el padre del pueblo conocido como los
Trugrameanos, a los que los griegos identificaban con los frigios. El profesor
F. W. Shultz observa que según los targumes judíos Togarma fue el padre de
Alemania (Germania). Y hay algunos que creen que la misma palabra Germania
procede del antiguo nombre Togarma, con la pérdida de la primera sílaba en el
proceso. Si es así, entonces no puede haber relación entre «Gomer» y
«Germania», como se ha propuesto con anterioridad.
Magog
Es muy poco lo que se sabe de la identidad del pueblo
descendido de Magog. No está ni siquiera claro si el nombre es la forma
original o si está compuesto de dos elementos, ma y Gog. El prefijo ma se
añadía con frecuencia a un nombre personal, y significaba «el lugar de». Magog
significaría entonces «el lugar de Gog», esto es, el territorio de Gog.
Según Chamberlain, el prefijo ma significa «tierra» en
húngaro y estonio, y, con la forma maa, tiene el mismo significado en finés. En
cuneiforme, el signo para ma se podría comprender como un vallado o un área
sembrada, empleándose dos diferentes diagramas en diferentes tiempos. Aparecen
una cantidad de nombres antiguos con o sin el prefijo ma. Según Lloyd, las dos
formas Chin y Machin se emplean para China. Conder interpretó la forma Magan
(que designa a la región del Sinaí) como un término compuesto que significa «el
lugar de fuerza», «tierra vallada», o un término similarmente descriptivo.
La palabra ordinaria en asirio y babilónico para «tierra»
o «país» es matu, que a menudo se abrevia a mat. Y «el país de “Gutu”», según
Sayce, aparece en inscripciones asirias como Mat Gugi. Por ello, él consideraba
que Gog es el Gutu de las inscripciones asirias, y el Gyges de los griegos (que
me parece dudoso, siendo de fecha demasiada tardía), y que el término compuesto
«Magog» significa la «tierra de Gog», esto es, Mat Gugi.
Hay alguna indicación de que Marco Polo comprendió la
palabra «Mungul» como una corrupción de la palabra «Magog», porque se encontró
con una asociación de nombres «Ung» y «Mungul”, que consideró que se
correspondían con Gog y Magog. Parece estarse refiriendo a un tiempo anterior a
la migración de los tártaros. Es concebible que la palabra «Mongol» fuese
inicialmente asignada a un pueblo descendido de Gog y de procedencia
indoeuropea. Cosa curiosa, se ha informado de pequeños grupos humanos todavía
reteniendo una lengua de forma indoeuropea en áreas ahora completamente
dominada por los mongoles.
Bochart derivó la palabra «Cáucaso» de un compuesto de
«Gog» y «Chasan», que significa «el lugar fuerte de Gog». Según Josefo, los
descendientes de Gog fueron posteriormente conocidos como los escitas, de los
que dice que eran también conocidos como los magoguitas. Estas gentes vinieron
a formar posteriormente la mayor parte de la etnia rusa. Se hace mención de Gog
en Ezequiel (38:2) como «príncipe soberano de Mesec y Tubal». Se puede observar
que rosh, que en este pasaje se traduce «príncipe soberano», significaba los
habitantes de Escitia.
Los rusos derivan su nombre de este término. Rusia era
conocida como Muscovi (Moscovia) hasta la época de Iván el Terrible, nombre
indudablemente vinculado con Mesec. El Imperio Ruso fue creado por los
príncipes moscovitas, que fueron primero los Grandes Duques de Moscú, pero fue
Iván (1533–1584) quien realmente consolidó y extendió su gran Imperio hasta que
alcanzó el Mar Blanco al norte y el Mar Caspio al sur, y que desde entonces fue
llamado Rusia.
Como se ha dicho al principio, hay muy poca certidumbre
acerca de todas estas cuestiones, pero los indicios que tenemos señalan en la
misma dirección general, es decir, que el área comúnmente conocida en la
actualidad como Rusia tiene una población que probablemente puede remontarse
mayormente a Gog.
Madai y Javán
La parte que estos pueblos tuvieron en la historia
antigua está bien definida, y se puede exponer sin las complicaciones que
presentan la mayoría de los nombres anteriores.
Está razonablemente claro que los Madai aparecen
posteriormente como los medos, y que Javán dio origen a los jonios. En su libro
Races of the Old Testament, Sayce dice que los medos afirmaban su relación con
los arios del norte de la India, y en los monumentos persas (por ejemplo, las
inscripciones de Behistún) son designados como los «Mada» —de donde procede la
forma griega, «medos». No hay duda alguna de que Persia fue al principio su
área general de asentamiento. En las inscripciones asirias se les menciona como
los Ma‑da‑ai.
Ahora bien, ya se ha hecho la observación de que antes
que surgiera una separación completa de las diversas nacionalidades —medos,
persas, griegos, celtas, etc.— los jafetitas quedaron divididos primero en dos
grandes grupos. Uno de ellos constituyó los antepasados de los indios y persas,
mientras que el segundo fue el agregado de las tribus que después compusieron
las naciones de Europa. De ahí que la palabra «indoeuropeo» es un buen resumen
de nuestros orígenes etnológicos.
Que la separación de estos dos grupos precedió
probablemente a esta división más pequeña en nacionalidades se sugiere en el
temprano surgimiento de nombres que distinguía a estas dos grandes divisiones.
Los antecesores de los indo-persas asumieron para sí mismos de forma peculiar
el término «Aryas», y dieron al otro grupo el nombre de «Yavanas», palabra que
puede tener relación con nuestro término «Young» (Joven), aunque, a mi parecer,
es claramente una reminiscencia del nombre Javán. De modo que Javán y Madai,
por así decirlo, pueden denotar colectivamente a las dos ramas de la familia
indoeuropea.
Los orientales parecen haber usado el término Yavan para
la raza griega como un todo. Los asirios llamaban a los griegos de Chipre los
«Yavnan». Los persas se refieren a los griegos de Asia Menor y de las islas del
Egeo como los «Yuna». Los términos «griego» y «heleno», «aqueo» y «dorio»,
parecen haber sido desconocidos en Asia, según Rawlinson.
En los días en que los monarcas egipcios de la IV
Dinastía estaban levantando sus pirámides, el Mediterráneo era ya conocido como
el «Gran Círculo de los Uinivu», que algunos identifican con Javán.
Larned sugiere que la península italiana fue ocupada por
pueblos de una familia que había viajado a Grecia, y que luego cruzó los
Apeninos y se extendió hacia el sur a lo largo de la costa occidental. Es
evidente que en el nombre «Javán» tenemos una referencia muy antigua a la raza
básica que ocupó al principio Grecia y quizá parte de Italia, porque los
griegos, en tiempos posteriores, emplearon otros patronímicos para referirse a
sí mismos. Y parece, en cambio, que con el término «medos» tenemos una
referencia igualmente temprana a los que se asentaron en la India, porque en
Génesis 10 no hay mención, por ejemplo, de los persas, que en registros
posteriores están casi siempre asociados con los medos. Desde luego, igual que
con los griegos, cuyo nombre más antiguo de jonios ha desaparecido hace tiempo,
la palabra «Persia» ha permanecido, pero el nombre «Madai» ha desaparecido. Lo
que tenemos es un término general para denotar a aquellos que devinieron
indios, medos y persas.
Elisa
El número de posibles identificaciones de los descendientes
de este hijo de Javán es considerable. La mayor parte de ellas son
probablemente correctas. Por ejemplo, se suele aceptar que el nombre más
familiar de «Hellas» es una forma corrompida de un original «Elishah», y, según
Rawlinson, desde alrededor de la época de la Guerra Persa, Hellas pasó a ser un
nombre aplicado a los griegos como un todo.
Muchas autoridades creen que otra forma de este antiguo
nombre era «Aioleis» (Gr.), esto es, los eolios. Este punto de vista lo
mantenía también Josefo.El Talmud de Jerusalén, los midras y los targumes dan
para Elisa la forma «Elis» o «Eolis», aunque eruditos como Skinner y Driver consideran
que carece de base.
Las tabletas de Tell el-Amarna incluyen diversos pueblos
de Alasia. El Eilesion de la Ilíada (II, I, 617) es indudablemente otra
referencia a considerar. Es casi seguro que el nombre vuelve a aparecer en las
tabletas de Ugarit, en las que hay una referencia cananea a los chipriotas bajo
el título de «Alasiyans». En Ezequiel 27:7 se menciona que llegaban tejidos de
púrpura desde las «islas» (o costas) de Elisa. El crustáceo del que se obtenía
el tinte de la púrpura en la antigüedad abundaba en las costas del Peloponeso,
lo que confirma la región general en la que se asentó este nieto de Jafet.
Es desconcertante encontrar a un pueblo ampliamente
designado como los griegos remontado al pasado y, designado sin distinción
tanto como el pueblo de Hellas y como jonios. Esto es sin embargo análogo a
referirse a los ingleses como descendientes de los normandos, pictos, escoceses
o celtas, etc. El hecho es que en ambos casos unas pocas familias han dado
origen a grandes clanes o tribus, que, en las idas y vueltas de migraciones y
conquistas, se unieron en diversas mezclas, de modo que un historiador con una
preferencia puede resaltar una línea originaria, mientras que otro historiador
resalta otra. Y ambos están en lo cierto.
Tarsis
No es mucho lo que se puede decir de cierto acerca de la
identidad de Tarsis, otro hijo de Javán. Hay declaraciones en otros pasajes de
las Escrituras que llevan a una cierta confusión. Por ejemplo, era la opinión
de Sayce (como de un número de otros eruditos) que Tartessos, en España, fue
probablemente uno de los asentamientos iniciales de Tarsis. Sin embargo, el Antiguo
Testamento habla de marfil, simios y faisanes traídos por las naves de Tarsis
(2 Crónicas 9:21). Estos animales no son de esperar como procedentes de España.
Pero Sayce argumenta que lo que se implica es sencillamente que los mercaderes
de Tartessos, o Tarsis, comerciaban con estos artículos, que quizá recogían en
algunas partes de la costa africana y vendían en otros lugares del Medio
Oriente. La Septuaginta traduce Tarsis en Isaías 23:1 como Karkedonos
(karchedonos), que era la forma griega para el nombre de Cartago en África del
Norte.
Aunque los fenicios parecen haber tenido muchas
relaciones comerciales con Tartessos, el puerto original mismo no pudo haber
sido fundado por ellos, según Génesis 10 (donde aparece con claridad que Tarsis
está en la línea de Jafet), porque en el Antiguo Testamento los fenicios y
cananeos son descritos como descendientes de Cam.
Los cartagineses, como colonos fenicios, mantenían
incluso en tiempos de Agustín que ellos eran cananeos. Por otra parte, los
fenicios establecieron también muchas colonias en España. Aquí tenemos una de
las dificultades, porque ciertas referencias bíblicas a Tarsis (2 Crónicas 9:21
y 20:36) han llevado a algunos eruditos a suponer que tiene que haber habido
otra Tarsis en el Océano Índico, a la que se podría llegar a través del Mar
Rojo.
Aunque esta idea es en la actualidad rechazada de manera
general, resalta el hecho de que la identificación con Tartessos en España no
es totalmente satisfactoria. Es decir, el asentamiento español no aparenta de
entrada haber sido jafético, ni los productos que se dice que procedían de allí
parecen los propios del lugar. Sin embargo, Kalisch creía que había suficiente
evidencia para justificar la identificación de Tarsis como el pueblo original
que se asentó en toda la península ibérica, «hasta donde era conocida por los
hebreos, igual que Javán se usaba para designar a todos los griegos».
Los fenicios llegaron más tarde. Cook creía que una
pequeña tribu de javanitas se instaló en la desembocadura del río Guadalquivir
en España, iniciando con ello la colonia de Tarsis. Bochart dice que tanto
Cádiz como Carteia, que estaba en la Bahía de Gibraltar, fueron llamadas
Tartessos en los tiempos antiguos; también piensa que Cádiz fue edificada por
Tarsis, nieto de Jafet, inmediatamente después de la dispersión, y Carteia
mucho tiempo después, por los fenicios. Él hace referencia a que, según
Herodoto, cuando los fenicios llegaron por primera vez, Tartessos ya existía, y
que el rey del país se llamaba Argantonio.
En resumen, es posible, desde luego, que Tarsis, nieto de
Jafet, se estableciese en España y que estableciera una capital y un reino que
más adelante llegase a ser un centro de intercambio comercial muy empleado por
los fenicios, que hacían escala allí mientras se dirigían a puertos del
Mediterráneo oriental, llevando mercancías recogidas durante sus singladuras.
Estas mercancías pueden haber procedido en parte de España y en parte de
África. No es en absoluto imposible que algunas mercancías procediesen de la
India por vía del Cuerno de África, porque hay abundante evidencia de que los
fenicios eran grandes navegantes.
Quitim
No puede haber muchas dudas de que por Quitim, o Kittim,
como se escribe a veces, los hebreos entendían a los habitantes de Chipre.
Josefo observó que los griegos llamaban la isla Kitión, y que sus habitantes
eran conocidos como los kitieis, o kitienos. Con el paso del tiempo el nombre
llegó a tener un sentido más amplio, extendiéndose de Chipre a las demás islas
del Egeo, y de allí a la península griega e incluso a Italia.
Por ejemplo, en 1 Macabeos 1:1 se menciona a Alejandro
Magno como procedente de la tierra de Kittim, y en 1 Macabeos 8:5 se hace
referencia a Perseo como el rey de Kittim. En 1 Macabeos 11:30 tanto la Vulgata
como la Septuaginta traducen Quitim como romanos. Aunque no he visto en ninguna
parte ninguna referencia a la posibilidad, me parece que la tierra de Quitim
podría encontrarse en la forma Ma-Chetim. Ma, como ya hemos observado, es un
prefijo para «lugar». Si es así, puede que tengamos la forma original del
término más conocido de «Macedonia», la tierra natal de Alejandro Magno.
No hay mucha sustancia en estas observaciones, pero en un
sentido general confirman la impresión que se recibe de esta sección de Génesis
10 de que los jafetitas hicieron su hogar alrededor de las costas del
Mediterráneo y en sus islas, así como hacia el norte y a través de Europa.
Dodanim
No es mucho lo que se puede decir acerca de este nombre,
excepto que parece reaparecer en las Escrituras con la D inicial sustituida por
una R (cp. 1 Crónicas 1:7). Si la forma preferida es Rodanim, parece entonces
que la isla de Rodas formó un vínculo en una serie de asentamientos de los
descendientes de Javán.
El río Rhodonus, esto es, el Ródano, puede haber recibido
su nombre de una rama de esta familia establecida en su desembocadura. En Epiro
se encuentra la ciudad de Dodona y el condado de Doris. Bochart sugirió que el
primer asentamiento de los Dodanim estuvo en el sudoeste de Asia Menor, en la
parte del país que los griegos llaman Doris. Es posible también que una forma
más corrompida del nombre sea los Dardan, que aparece en las inscripciones de Ramsés
II, designando a un pueblo de Asia Menor no alejado de Licia, y que
posiblemente esté en la raíz del término «Dardanelos». En el actual estado de
conocimientos sobre la antigüedad, poco más se puede decir de los descendientes
de Dodanim.
Mesec y Tubal
Estos dos nombres aparecen con bastante frecuencia
apareados (véase, por ejemplo, Ezequiel 33:26, 38:2, 3). Mesec se encuentra en
los monumentos asirios en forma de «Muskaa», probablemente pronunciada Muskai.
Los escritores clásicos solían designarlos como los Mosji, y en tiempos de
Ezequiel la posición de este pueblo es probablemente la descrita por Herodoto
(iii, 94), esto es, en Armenia, donde se designó por el nombre de ellos a una
cadena de montes que conecta el Cáucaso y el Antitaurus, los Montes Moschici.
Aquí, según Estrabón (XI, 497-499), se encontraba un distrito llamado Moschice.
En las inscripciones asirias, la palabra Tubal aparece
como Tubla, en tanto que parece haber sido conocida por los geógrafos clásicos
como Tibareni. Según Rawlinson, estos dos —los Musji y los Tibareni— habitaban
en estrecha proximidad en la costa septentrional de Asia Menor y estuvieron, en
el pasado, entre los pueblos más poderosos de aquella región.
La capital mosquiana era conocida por Josefo y los
romanos la llamaron Cesarea Mazaca. Josefo dice también que los íberos de
Italia eran descendientes de Tubal. En palabras suyas, «Thobel fundó los
Thobelitas, ahora llamados Iberis». También es posible que en el río Tíber
tengamos una reminiscencia del mismo antecesor. Según Forbes, los Mosji y los
Tibareni quedaron incluidos en la 19ª satrapía de Darío. En la primera mitad
del primer milenio a.C. fueron unos temibles enemigos de los asirios;
Tiglat-pileser II menciona tributos recibidos «de veinticuatro reyes de la
tierra de Tubal».
Hacia la época clásica, estos grupos humanos habían
pasado más hacia el norte, aunque Jenofonte y sus tropas griegas encontraron
aún remanentes de ellos al sur del Mar Negro. Mucho más tarde en la historia
nos encontramos con la palabra Mesec en la forma de Muskovy. Es posible que las
dos célebres ciudades de Moscú y Tobolsk sigan preservando las raíces de los
nombres de Mesec y Tubal.
Tiras
Según Josefo y el Targum, los descendientes de Tiras se
convirtieron en los tracios. Smith dice que una rama de los tracios fueron los
Getae o Godos. El rey Darío los venció en el 515 a.C. Para la época de
Alejandro Magno (c. 330 a.C.), se habían establecido en la desembocadura del
Danubio. Mantuvieron su independencia, pero a principios del primer siglo a.C. se
unieron a los dacios, y a partir de entonces hostigaron a las legiones romanas,
hasta que Trajano los derrotó en el 106 d.C., y los incorporó al Imperio
Romano.
Uno de los problemas que tenemos es que no hay ninguna
otra mención de Tiras en las Escrituras. Aparece esta breve mención de su
nombre, y luego, a diferencia de Gomer, Mesec o Tubal, desaparece del todo. Si
los tracios fueron realmente descendientes de Tiras y si se esparcieron ampliamente,
como dice Rawlinson, con muchas ramificaciones como los bitinios y frigios,
sería de esperar que la Escritura diese alguna posterior referencia a Tiras.
Por otra parte, se puede decir que existe una creencia
general entre los etnólogos (que sin embargo no es susceptible de demostración)
de que los tracios dieron finalmente origen a los teutones. Así, Rawlison
observa: Una vez más tenemos que admitir que son unas frágiles líneas de
evidencia; sin embargo, en muchos respectos tenemos una concordancia general
con todo lo demás que conocemos de los descendientes de Jafet como un todo.
Así, tenemos una gran probabilidad de que los descendientes de Tiras hicieran
una contribución tan grande para la población y civilización de Europa como el
resto de su familia inmediata.
De entre esta intrincada red de posibilidades y
probabilidades surge una imagen razonablemente clara en la que una sola
familia, comenzando con Jafet, se multiplicó con el curso del tiempo y pobló la
ribera septentrional del Mediterráneo, toda Europa, las Islas Británicas y
Escandinavia, y la mayor parte de Rusia. La misma familia se instaló en la
India, desplazando asentamientos anteriores de camitas que se habían
establecido en el valle del Indo. Grupos aislados de este mismo grupo humano
parecen haberse desplazado más hacia el este, contribuyendo a pequeñas bolsas
de población jafética que, con el tiempo, quedaron casi, si no totalmente,
absorbidas por los camitas. Es posible que algunos de ellos contribuyeran con
rasgos que se encuentran en pueblos de Polinesia, y es concebible que en los
ainu del norte del Japón haya un remanente de jafetitas.
Noé había anunciado que Dios ensancharía a Jafet (Génesis
9:27). Parece que este ensanchamiento comenzó en época muy temprana de la
historia de Jafet, pero ha sido un proceso continuado y que ha tenido lugar en
cada parte del mundo, con la excepción del Lejano Oriente. Los hijos de Jafet
han tendido a extenderse y a multiplicarse a expensas de otros grupos raciales.
Como veremos en el último capítulo, este ensanchamiento no significa que los
jafetitas fuesen los primeros en migrar lejos, porque, allí donde llegaron,
fuese en tiempos prehistóricos o históricos, habían sido precedido por colonos
más tempranos cuyo origen racial no era indoeuropeo. Esta dinámica de
asentamientos de las áreas habitables del mundo ha tenido profundas
consecuencias en el desarrollo de la civilización, consecuencias que se
consideran con cierto detalle en otro artículo Doorway.
Mientras tanto, ha quedado establecido por muchas líneas
de evidencia que los nombres que aparecen en Génesis 10:1-5 designan los de
personas reales, cuyas familias llevaron consigo reminiscencias claramente
reconocibles (aunque a menudo de forma corrompida) de sus respectivos
antecesores, de modo que han sobrevivido hasta nuestros días, y todavía
manteniendo el tipo de relaciones que se implican en esta antigua Tabla de las
Naciones. ¡E incluso el nombre patriarcal queda a menudo preservado de manera
inequívoca!
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