LA SANA DOCTRINA Y LA VERDAD:
Pablo le escribió a Tito, diciendo la siguiente: “Pero tú habla lo que está de acuerdo con la
sana doctrina” (Tito 2.1)
Toda la iglesia
cristiana y algunos de otras creencias coinciden en afirmar que vivimos los
últimos tiempos, porque consideran que los eventos extraordinarios que vivimos,
definen este tiempo como alguno no visto nunca antes, lo cual le caracteriza
como un tiempo final.
Si esto es así,
entonces debemos atender a lo que dice la palabra, de lo que ocurrirá al final
de los tiempos, relacionado con la doctrina. Por ejemplo, Pablo a Timoteo le
dice: “Pero el Espíritu dice claramente
que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a
espíritus engañadores y a doctrinas de demonios...” (1 Timoteo 4:1)
La apostasía que
ha comenzado, tiene que ver con escuchar a espíritus engañadores que enseñan doctrinas
de demonios. Entonces en este tiempo postrero, si es que estamos en el final de
los tiempos, ya han sido introducidas doctrinas de demonios. Es menester
entonces, que cada cristiano esté atento a lo que escucha, porque de todo lo
que oye algo viene de los espíritus engañadores.
Será por esto que
Pablo le insiste a Timoteo: “Ten cuidado
de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás
a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Timoteo 4:16). Podemos deducir que lo
único que necesita saber un creyente es lo que fue dicho en los tiempos de la
iglesia inicial. Allí está la sana doctrina que necesitamos saber y todo lo que
haya venido después debe ser pasado por el oído crítico del creyente despierto
que no quiere por nada, dejarse engañar con doctrinas muy atractivas, pero
absolutamente nocivas.
Sobre esto que ya
ocurría en tiempos de la iglesia inicial, Judas escribió: “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra
común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis
ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos
hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados
para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia
de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Adón Yahshúa el
Ungido (Judas 3,4).”
Los falsos
Maestros: Pedro alertando
sobre lo que habría de acontecer relacionado con La Verdad dijo: “...habrá entre vosotros falsos maestros, que
introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que
los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán
sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado
(2 Pedro 2:1,2). En consecuencia, en este momento hay falsos maestros que,
enseñando una falsa doctrina, provocan que la gente no conozca el camino a la
verdad.
Sobre estos
tiempos de falsos maestros que enseñan falsa doctrina Pablo le escribió a
Timoteo: “Te encarezco delante de Dios y
del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su
manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y
fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque
vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de
oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y
apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas”. (2 Timoteo
4:1-4)
Lo que buscan
es dinero y placer: Los
falsos maestros predican doctrinas engañosas y atrapan gente incauta, que
teniendo oído fácil se deja seducir, quedando a merced de los engañadores
quienes solo buscan su dinero. Así dijo Pedro: “y por avaricia harán mercadería
de vosotros con palabras fingidas...” (2 Pedro 2:3).
Los incautos
quedan atrapados de palabras melosas que encantan sus oídos, seducen su alma y
envanecen la carne, quedando a merced del pecado, siendo más candidatos del
infierno que los mismos incrédulos.
Los falsos
maestros manipulan al creyente usando promesas, creando un falso ambiente de victoria
y por sobre todo presentando a un dios que no es el Verdadero Dios. Ellos han
creado una religión hombre céntrica, presentando a un dios que está siempre,
siempre, pero siempre atento a lo que cada individualidad vive para
satisfacerle, en lugar de ser al revés, que cada creyente viva para agradar a
Dios.
Lo que enseñan
los falsos maestros nunca está basado en la Palabra y si lo hace la manipula.
Doctrinas como “salvo, siempre salvo”; o la de la “prosperidad”, o la de la “Dios
cumplirá su propósito en ti”, o “Tú eres el diseño de Dios” son doctrinas
hombre céntrico y por lo tanto son doctrinas de demonios.
Esto tiene un
propósito y está basado en el mercadeo de la fe. Ellos saben que enseñando
estas cosas que agradan al oído sus arcas se llenan. Todos los que enseñan
estas doctrinas de demonios viven bien, tienen casas lujosas, buenos carros,
viajan a menudo y llegan a los mejores lugares. Este es su propósito, su
objetivo.
Pablo escribió a
los filipenses: “Porque por ahí andan
muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que
son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo
dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal.
La verdadera doctrina ya ha sido escrita, se encuentra en las Sagradas Escrituras
y no hay nada nuevo que añadir” (Fil 3:18,19).
La Verdad
frente a las falsas doctrinas:
Quiero terminar
esta disertación escribiendo lo que el redactor de la carta a los hebreos dijo:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los
padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a
quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”
(Hebreos 1:1,2)
Lo que necesitábamos
saber ya nos fue dicho, por medio del Hijo y nada más debe ser añadido. El Hijo
nos enseñó todo, porque ÉL trajo el mensaje del Padre (Juan 7:26; 14:24). El
mismo Padre testificó del Hijo diciendo: “...Este es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia; a él oíd” (Mateo 17;5).
En fin, es tiempo
de pensar en qué cosa estamos oyendo y buscar en las Sagradas Escrituras lo que
realmente es la sana doctrina. Es tiempo de buscar la verdad de Dios.
Lo que escribí:
Lo que has leído está debidamente sustanciado con testigos escriturales, así
que no es meramente mi opinión; es la opinión de las Sagradas Escrituras.
Observa esto y juzga.
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