¿JESÚS O YAHSHÚA?
Tradicionalmente
hemos oído y leído llamar al Hijo de Dios por el nombre de Jesús. Por ejemplo
en el evangelio de Lucas se lee, durante la aparición del ángel Gabriel:“María, no temas, porque has hallado gracia delante de
Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre
JESÚS” (Lucas 1:30,31).
Así que,
aparentemente, el nombre que el ángel le dio a María para ponerle a su hijo fue
Jesús. Pero hay un problema acá y es que es muy poco (pero realmente muy poco)
probable que el ángel haya hablado a María en español, inglés, latín o griego.
Con toda seguridad le habló en hebreo. Y en hebreo el nombre no es Jesús.
Veamos
una comprobación de esto. En Mateo 1.21 el ángel (suponemos que fue Gabriel, ya
que éste fue identificado por Lucas como el portador de la buena noticia) le
dice a María: “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su
pueblo de su pecado”. Cuando el ángel dice “porque”, automáticamente
enlaza una parte de la oración con la otra, queriendo dar a entender que una es
consecuencia de la otra. Es decir tal parece que Jesús significaría “Dios
salvará a su pueblo”. Sin embargo, esto no es así. El ángel le dijo a María que
el Nombre de su hijo tendría un significado que reflejaría la obra que haría en
la tierra; es decir salvaría a su pueblo. Jesús es un nombre occidentalizado
producto de una transliteración del hebreo al griego (Iesous), luego al latín
(Iesus) y por último al español. Pero la transliteración no mantiene el
significado inicial.
En
consecuencia el término Jesús (o cualquier otro es una transliteración al
idioma natural), por lo que el nombre a considerar como válido debe contener
las consonantes YHSH. Los puntos vocales fueron añadidos posteriormente.
Esta
porción escrita en la herramienta de internet de
aparecerá
cada vez que sea mencionado el Nombre de Jesús, refiriéndose al Hijo de Dios.
EL NOMBRE TIENE UN PROPÓSITO:
En el antiguo
testamento tenemos algunos ejemplos, de colocar un nombre que reflejen una
acción, o un propósito. Un caso es el de Lamec que llamó a su hijo “Noé
[“consuelo, descanso”], diciendo: Este nos aliviará de nuestras obras y del
trabajo de nuestras manos, a causa de la tierra que Yahweh maldijo” (Gn 5.29).
Heber puso a su hijo el nombre de Peleg [“división”], porque en sus días fue repartida la tierra
(Gn 10.25). Era costumbre ponerle el nombre al hijo según lo que
este haría después en su vida, o según alguna característica que resaltara. El
mismo Isaac (risa) recibió su nombre,
porque Sarah rio cuando le anunciaron que tendría un hijo a una edad avanzada (Gn
17.19).
Dada la
costumbre impuesta por el mismo Dios de colocar el nombre (e incluso cambiarlo)
de acuerdo a algo en específico, no parece creíble que el nombre que el ángel
le dio a María fuese Jesús (en inglés y español que eran idiomas que no se
hablaban en aquella época) o Ieosus (griego) o aún Iesus (latín) porque ninguno
de ellos al ser pronunciado significa “Dios salvará a su pueblo”.
Está claro que el deseo del Elohe Yahweh era que el
nombre de Su Hijo significara “Dios salva” o “Dios salvará”, lo cual lleva
implícito el mensaje de que la salvación viene de Dios. Pedro dio unas palabras
que muestran claramente el entendimiento que él tenía acerca de este asunto: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los
edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay
salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que
podamos ser salvos (Hch4.12; RV1960).
Que interesante que la conclusión de Pedro es que en
el nombre hay salvación; porque Jesús no significa eso.
¿ENTONCES CUÁL ES EL NOMBRE?
Debemos tener claro que en hebreo cada consonante significa algo, y
de allí que cuando se quería dar valor a un propósito, se armaba el nombre para
que tuviese ese significado. De allí que en los ejemplos que pusimos al
principio (Noe y Peleg), los padres buscaron que el propósito se asociará con
la construcción del nombre. En este sentido si el Abba Yahweh quería que el
nombre de su Hijo tuviese el propósito de significar “Yahwh salva”, no podía ponerle Iesous, Iesus o Jesús. El
Nombre tenía que significar eso.
Ahora bien, habiendo entendido esto podemos comenzar a
construir el verdadero nombre del Hijo; teniendo primero que comprender algo:
El Nombre del Elohe no es Jehová (vea nuestro artículo referido a esto), sino
Yahweh. El Nombre del Elohe también fue construido (por ÉL mismo) con un
propósito: decirle al mundo que Él es el Eterno Dios, que no hay otro antes que
ÉL, ni habrá otro después. Que ÉL no fue creado, sino que ha existido desde siempre.
EL tetragramatón YHWH (Exodo 3.14),
tiene ambas líneas, el significado junto al propósito. “Yo (Y) Soy (H) el que
(W) Soy (H), interpreta el deseo de Dios
en cuanto a que la humanidad sepa cuál es Su Nombre, porque así sabe qué es Él.
EL NOMBRE DEL HIJO:
Para construir el Nombre del Hijo debemos tener claro el propósito, como ya
hemos explicado; y este es dejar claro y que cada quien entienda que Dios
Salvará a su pueblo, como ya hemos explicado en un comentario de Pedro.
En Hechos 4, Pedro y Juan están ante el concilio a
causa de la sanidad dada a un cojo, por lo que al ser interrogados por este
asunto Pedro dice: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los
edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay
salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que
podamos ser salvos” (Hechos 4:11,12).
Pedro dice hay un nombre que significa salvación.
Cualquiera que escuchara el Nombre, entre el pueblo judío, entendía que el
Nombre decía claramente que hay salvación
en Dios. Acaso cuando usted escucha el nombre Jesús entiende que en Dios
hay salvación? Claro que no. En cambio cuando un judío oía el Nombre Yahshúa
sabía que le decían esto. Escuchar el Nombre, era entender el propósito.
EL PROPÓSITO: Llamar
al Elohe Yah es como si solo Le
llamáremos por “Yo Soy”. Estas fueron las palabras expresadas por el Hijo de
Dios cuando los que le buscaban para apresarle, preguntaron por él. Juan 18.5 y
al instante “retrocedieron, y cayeron” (Juan 18.6). La respuesta del Señor fue
“Yah”.
De tal manera que Yah debe formar parte del nombre del
hijo, si entendemos que Yahweh quiso expresar en él: “Yo soy quien salva”.
Ciertamente esta partícula no aparece en Iesous (griego). Iesus (Latín) o Jesús
(español e inglés). El resto del nombre se puede construir con las consonantes
SH, que traduce “el que salva soy”. De tal manera que el nombre del Hijo queda
construido como YHSH, es decir “Yo el que salva Soy”. Los puntos vocales vienen
por el sonido que toma esta palabra al ser pronunciada; es decir “Yahshúa”
(otros lo pronuncian “Yehshúa”).
Es así que al pronunciar el Nombre Yahshúa decimos “el
Yo Soy salva”. Y esto es el propósito del Padre. Por eso Pedro dijo que en
ningún otro Nombre hay salvación, porque ni siquiera la transliteración de un
idioma a otro garantiza esto.
Esto tiene su importancia porque es en el Nombre que
suceden las cosas. El Señor está cuando dos o más se reúnen en Su Nombre.
SATANÁS CONOCE EL NOMBRE:
Pedro y Juan sanaron a un cojo que se sentaba en el templo a pedir. Eso causó
un enorme revuelo que provocó que vinieran
“sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los
saduceos, resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la
resurrección de entre los muertos. Y les echaron mano, y los pusieron en la
cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde” (Hechos 4.1-3). Al siguente
día el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran
de la familia de los sumos sacerdotes; poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con
qué potestad, o EN QUÉ NOMBRE, habéis hecho vosotros esto?
A esto, Pedro lleno del Espíritu Santo les respondió: “no
hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”
(Hch 4.12). Las autoridades viendo el arrojo de los apóstoles decidieron que
intimidarles para que “no se divulgue más entre el pueblo”. Por ello decidieron
amenazarles “para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este NOMBRE”.
Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el
nombre de YAHSHÚA.
Es apropiado inferir que quien realmente no quería que
ese NOMBRE fuese conocido era el propio Satanás ¿Por qué? Es sencillo, el
nombre habla de la derrota del enemigo de Dios, porque ¿de que habría que sanar
o salvar, sino de la destrucción que este ser causó en cada persona por el
pecado de Adán primero, y por el propio después? Dios salva por medio de Su
Hijo de la destrucción que Satanás causó.
PERSECUCIÓN POR EL NOMBRE:
La persecución que vino después que el Señor ascendió fue por causa de su
Nombre, y aún la persecución que vendrá en el mundo, a los que le aman es por causa
de su Nombre. Porque éste tiene poder
para salvar. En Joel, libro profético que tendrá su cumplimiento durante el
tiempo del fin, dice: “Y todo aquel que invocare el nombre de Yahweh será
salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén HABRÁ SALVACIÓN, como ha dicho
YAHWEH, y entre el remanente al cual él habrá llamado.
En este sentido (considerando que Satanás odia el
Nombre) adquiere sentido lo que el Señor le dijo a los discípulos: “seréis
aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin,
éste será salvo” (Mateo 10:22; Marcos 13:13) y también “Entonces os entregarán
a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa
de mi nombre” (Mateo 24:9).
RECOMPENSA POR AMAR EL NOMBRE DEL
SEÑOR: Mateo recoge este pasaje: “Y cualquiera que haya dejado
casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras,
por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.” (Lucas
6:22,23). Quien ama y recibe el Nombre
del Señor, será recompensado. Por esto Satanás lo odia.
EL PODER DEL NOMBRE:
En la congregación: Cuando la iglesia (o grupos de ella) se reúnen en el Nombre,
ocurre la bendición más grande. Veamos: “Porque donde están dos o tres
congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18.20).
Las señales: Es
en su Nombre que ocurren los milagros y sanidades: “Y estas señales seguirán a
los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán
en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre
los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”
El perdón: La predicación del perdón de Dios a los
hombres, está fundamentado en el arrepentimiento basado en Su Nombre
(recordemos a Pedro en Hechos 4:11,12). Después de su resurrección el Señor se
apareció a sus discípulos “y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario
que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se
predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las
naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas”
(Lucas 24:46-48).
Los demonios: Que un demonio (el cual es el espíritu
de un gigante, producto de la relación entre un ángel y las mujeres de la
tierra, quien murió a su tiempo por la voluntad del Padre) se sujete a un
hombre adámico, no es cosa de esperar.
Ellos saben quién tiene el poder y a él obedecen; en consecuencia obedecen a
Dios. No tienen porque obedecer al hombre. Sin embargo lo hacen cuando éste es
discípulo y va en el Nombre del Señor. Recordemos este evento: “Volvieron los
setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu
nombre. Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os
doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del
enemigo, y nada os dañará. Pero no os regocijéis de que los espíritus se os
sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos”.
(Lucas 10.17-20)
Hijos de Dios: Pablo escribió en Romanos 8:26,27 lo siguiente:
“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de
Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él
seamos glorificados”. Pero cómo da testimonio el Espíritu? Lo hace sobre la
base del Nombre. Así escribió Juan: “Mas a todos los que le recibieron, a los
que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los
cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de
varón, sino de Dios” Juan 1:12,13).
Para ser nacido de Dios es necesario recibir al Hijo,
creer en Su Nombre.
RECOMPENSA: Al
ángel de la iglesia de Éfeso el Señor le reconoce lo siguiente: “Yo conozco tus
obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y
has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado
mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente
por amor de mi nombre, y no has desmayado” (Apocalipsis 2:2-3). Luego al final
añade: “Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en
medio del paraíso de Dios”. (v.7)
Al ángel de Pérgamo le dice: “Yo conozco tus obras, y
dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has
negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto
entre vosotros, donde mora Satanás”. (Ap 2.13)
Al ángel de la iglesia de Pérgamo le da un anuncio
semejante: “Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta
abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has
guardado mi palabra, y no has negado mi nombre”. (Ap. 3:8)
CONCLUSIONES: Así pues las Escrituras dan clara
evidencia de que es absolutamente necesario conocer el Nombre del Señor,
respetarlo y mencionarlo en su correcta pronunciación, para beneficio propio.
Conozca el apropiado Nombre del Señor y pronúncielo como es. Esto es agradable
a Dios.
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